La relación de la Eucaristía con nuestra vida, como Iglesia y como cristianos, ha sido el argumento de la catequesis del Papa Francisco durante la audiencia general de los miércoles, celebrada en la Plaza de San Pedro. «¿Cómo vivimos la Eucaristía… cuando vamos a misa los domingos? ¿Es sólo una ocasión de fiesta, una tradición consolidada, un motivo para encontrarnos y sentir que hemos cumplido o es algo más?» se ha preguntado el Santo Padre y ha pasado a explicar tres señales concretas que descubren el acierto de esa relación.
Reconocimiento de nuestra condición pecadora
La gracia de sentirnos perdonados y dispuestos a perdonar es la segunda señal. «En realidad quien celebra la Eucaristía no lo hace porque cree que es mejor que los demás, sino porque siente la necesidad de ser siempre acogido y regenerado por la misericordia de Dios, hecha carne en Jesucristo. Si cada uno de nosotros no siente necesidad de la misericordia de Dios, no se siente pecador, es mejor que no vaya a misa. Vamos a misa porque somos pecadores y queremos recibir el perdón de Dios, participar en la redención de Jesús, en su perdón. El «Yo confieso» que decimos al principio, no es una fórmula, es un verdadero acto de penitencia... En ese pan y ese vino que ofrecemos y alrededor de los que nos reunimos, se renueva cada vez el don del cuerpo y la sangre de Cristo por la remisión de los pecados...Tenemos que ir a misa humildemente, como pecadores y el Señor nos reconcilia».Es obra de Cristo, no nuestra
La relación entre la celebración eucarística y la vida de nuestras comunidades cristianas es la tercera. «Hay que tener siempre claro - ha subrayado Francisco- que la Eucaristía no es algo que hacemos nosotros; no es una conmemoración nuestra de lo que Jesús dijo e hizo. No. Es obra de Cristo; es un don de Cristo, que se hace presente y nos reúne a su alrededor para nutrirnos con su Palabra y su vida. Esto significa que la misión y la identidad de la Iglesia brotan de allí: de la Eucaristía y siempre allí asumen forma... Una celebración puede resultar impecable, bellisíma, desde un punto de vista externo, pero si no nos lleva al encuentro con Jesucristo, corre el peligro de no aportar alimento alguno a nuestro corazón y a nuestra vida. A través de la Eucaristía, Cristo quiere entrar en nuestra existencia y llenarla de su gracia, de modo que en cualquier comunidad cristiana haya coherencia entre liturgia y vida».El Papa ha finalizado invitando a vivir la Eucaristía «con espíritu de fe y de oración, de perdón, de penitencia, de preocupación por los necesitados y por las necesidades de tantos hermanos y hermanas nuestros con la certeza de que el Señor cumplirá lo que ha prometido: la vida eterna».