La palabra unidad, viene del latín UNITAS, la cual permite nombrar a una determinada propiedad de cosas que están relacionadas con la imposibilidad de división o separación. No es posible, por lo tanto, dividir o separar una unidad sin modificar su integridad o esencia. También se define como la propiedad que tienen las cosas de no poder dividirse ni fragmentarse sin alterarse o destruirse. Partiendo de estas definiciones, que nos iluminan para entender el concepto de UNIDAD, la llamada hecha por nuestro arzobispo Mons. Ramón Benito de la Rosa y Carpio, el día de la celebración del Corpus Christi, creo a mi modo de ver, que es bastante atinada. Actualmente, los tejidos del cuerpo social, exhiben situaciones que preocupan. Sin la unidad de todas las fuerzas viven que coexisten en la República Dominicana, no podremos avanzar, crecer y desarrollarnos como pueblo. Cito textualmente, algunos fragmentos, expresados en aquella oportuna homilía: “Dios quiere que los dominicanos permanezcan unidos, por lo que desde esta tribuna quiero llamar una vez más a la comunión fraterna, especialmente a los partidos políticos y agrupaciones, para que borren todo aquello que sea una contaminación para la división… También le hizo el mismo llamado a las familias, a los grupos comunitarios, a los empresarios que, si por alguna razón se han divido, se tomen de las manos, se den un abrazo, se perdonen mutuamente y recomencemos la unidad”. Todos vivimos como se desarrolló la pasada campaña que culminó el domingo 20 de mayo, donde resultó un ganador. En ese proceso electoral hubo acusaciones, ofensas dolorosas preocupantes, que además de innecesarias, han llevado a la división de numerosas familias, grupos y empresas. Independientemente de todo lo que se ha dicho, en cuanto al proceso electoral, tanto la JCE, y los mismos observadores internacionales sostienen que fueron libres y democráticas. Las votaciones transcurrieron en orden, sin incidentes y ninguna mesa fue impugnada. La parte que se puede cuestionar, y que hemos de regular, es lo de la “compra de cédulas”, así como también “pagar” una suma de dinero para que un ciudadano vote por “X” candidato. La ley de partidos pondrá fin a muchas acciones irregulares (la ley de partidos lleva 10 años engavetada). El mensaje de los obispos, del pasado 27 de febrero, hizo alusión a la urgente necesidad de aprobar la ley de partidos, cuantas situaciones de injusticias y de claras desventajas, entre uno y otro candidatos nos hubiéramos evitado. Pero recordemos que ha habido otros procesos en la historia política dominicana muy discutidos, y como pueblo lo hemos superado, fruto de la sensatez y la cordura que ha de primar ante cualquier escenario que pretenda quebrantar la necesaria unidad. Coincido con lo dicho por nuestro arzobispo, ahora es el momento de recuperar con humildad y sencillez la unidad, y volvamos a la comunión fraterna, a la justa reconciliación entre los compañeros que tal vez, por la pasión exasperada y la cerrazón, se ofendieron por razones partidarias. El rencor nos lleva a resentimientos peligrosos, nos quita la paz y la alegría. Si guardas sentimientos hostiles, ahora es el momento de pedir perdón, el creyente se crece delante de Dios cuando perdona de corazón. La oración del Padre Nuestro, dice en una de sus partes: “Padre, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden…”