Julio Vasquez.

Radio Renacer

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jueves, 21 de junio de 2012

La biblia en su casa.

Evangelio según San Mateo 6,7-15. Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal. Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes. Comentario del Evangelio: «Danos hoy nuestro pan de cada día» Beato Juan XXIII (1881-1963), papa Queremos insistir en el triple privilegio de este "pan diario" que los hijos de la Iglesia le deben pedirle al Padre celeste, y esperar, en la confianza, de su providencia divina. Debe ser ante todo "nuestro pan", es decir el pan pedido en nombre de todos. "El Señor, nos dice san Juan Crisóstomo, nos invita en el Padre nuestro a enviarle a Dios una oración en nombre de todos nuestros hermanos. Quiere también que las oraciones que elevamos a Dios, conciernan tanto a los intereses del prójimo como a los nuestros. Piensa, por ahí, combatir las enemistades y reprimir la arrogancia." Debe ser, por añadidura, un pan "sustancial" (Mt 6,11 griego), indispensable para nuestra subsistencia, para nuestro alimento. Pero si el hombre está compuesto por un cuerpo, lo está también de un espíritu inmortal, y el pan que conviene pedirle al Señor no será sólo un pan material. Será, como nos la ha hecho observar con tanta ocurrencia este doctor de la eucaristía que es santo Tomás de Aquino, un pan espiritual ante todo. Este pan, es Dios mismo, la verdad y la bondad que hay que contemplar y amar; un pan sacramental: el Cuerpo del Salvador, testimonio y viático de la vida eterna. La tercera cualidad pedida a este pan, y no menos importante que las precedentes, es que sea "uno", símbolo y causa de unidad (cf 1Co 10,17). Y san Juan Crisóstomo añade: "lo mismo que este cuerpo está unido con Cristo, del mismo modo nosotros estamos unidos por medio de este pan". Lecturas y comentario tomados del evangeliodeldia.org