Escrito por: Héctor Ramírez Marcial El viernes celebra el reverendo padre Rafael Ysidro Marcial Silva sus 57 años de oro con la Iglesia Católica, trayectoria durante la cual dedicó y dedica aún ese ejercicio no sólo a propagar la fe en el Todopoderoso, sino también dedicados al servicio del necesitado, inspirado en las enseñanzas de amor al prójimo que nos dejara el mártir del Gólgota. El ejercicio sacerdotal lo recibió el padre Marcial Silva como un mandato divino, del cual dice sentirse orgulloso en poder ejercerlo con la humildad y la dedicación ejemplarizadora de quien inmolara su vida por la humanidad. El padre Marcial Silval, como todos le llaman, abraza con fervor desde hace 57 años esos postulados del redentor del mundo, convirtiendo su iglesia, y aun más, su casa sacerdotal, en lugar de los que buscan encontrar sus esperanzas de una nueva vida más cerca de Dios. Cincuenta y siete años llenos de sacrificio, de vicisitudes, amante de la música, la concibe como una liturgia de amor y de unidad sacrosanta; distante de cualquier papel protagónico, el padre Marcial Silva, sin embargo, ha dejado rastros apreciables, siempre prefiere lo sencillo mas no lo simple, hace más de 40 años concibió y condujo el primer programa televisivo de corte religioso, llamado “El Minuto de Cristo”, desde el cual, y con una ruta propia, nos ensenó los senderos para llegar a Dios a través del bien en favor de los más necesitados. Su ardoroso amor a la libertad lo llevó a defender con responsabilidad y firmeza ese principio, desafiando la dictadura que nos regía. Hace 40 años también funda el Colegio Arroyo Hondo, como amante del magisterio, vocación que heredara de su padre el profesor Ysidro Marcial. ”Cuando el ser humano no cuenta con educación académica, cuenta con una página de su vida escrita que sólo está medio viva porque le hace falta la enseñanza que le da el conocimiento”, afirmó recientemente el padre Rafael Ysidro Marcial Silva. Hay sacerdotes, ministros y pastores de la Iglesia que dejan experiencias de vida que nunca se acaban, el padre Marcial Silva es uno de ellos. Y es que este sacerdote se ha ganado a pulso y con justicia un lugar preponderante en la sociedad dominicana, así que sea que sus eternos detractores se empeñen en sostener lo contrario. Para mí el ejercicio sacerdotal de Marcial Silva ha sido decoroso y las cosas negativas que pueden decirse de él siempre estarán en la cuerda floja. Marcial Silva como sacerdote, con sus acciones de bien para muchos, y para otros lleno de defectos, es una existencia humana real. Evidentemente lo real no es sólo lo que existe, sino también a lo que le hemos asignado esa cualidad y en el ejercicio de su profesión eclesiástica se refleja una lúcida inteligencia, que asume responsabilidad y que también se hace polémico y controvertido. Desde el púlpito oímos su voz de graves tonos dándonos mensajes para la reflexión y meditación, no sólo religiosa, sino además mensajes cívicos adheridos a sentencias profundas que como fuerte, fustiga con valentía poco común a quienes quiebran leyes o muerden la integridad moral, así escuchamos el caudal de su dialéctica, porque como defensor de causas nobles toca todas las puertas hasta doblar la voluntad de los reticentes. Hace 57 años que comenzó su relación con Dios. Tengo la certeza de que la sociedad dominicana, la comunidad católica, cuenta con un ministro de la religión cargado de honradez, sapiencia, bondad y convicciones. En el convulsionado mundo que nos toca vivir necesitamos de aquellos que han escogido servirle a Dios, pues así estamos seguros que nos pueden servir mejor a todos. En esta ocasión en que celebra una fecha tan significativa de su existencia, enviamos al padre Marcial Silva nuestros parabienes, elevando plegarias al “Ángel de las luces” por su salud y positiva presencia. Así lo creo yo.