La mortalidad provocada por entidades clínicas relacionadas o inducidas por el embarazo, es alta tanto en la madre como en el feto. De acuerdo a datos recientes divulgados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada día mueren unas 800 mujeres por causas prevenibles relacionadas con el embarazo y el parto. El informe agrega: “el 99 % de la mortalidad materna ocurren en los países en vías de desarrollo”.
Y para completar el drama, la mortalidad materna en números varía de un país a otro, con un margen de oscilación desde 230 a 1000 por cada 100,000 nacidos vivos, siendo las jóvenes adolescentes el grupo más frecuentemente involucrado. Los cálculos demográficos hablan que más de 15 millones de chicas entre 15 y 19 años de edad dan a luz cada año. Cifras todas, extrapolables a la República Dominicana.
El panorama es tan preocupante que la reducción de la mortalidad materna está incluida entre los objetivos del milenio 2015–ODM15- de la ONU.
TRES CONDICIONES
Una de las siguientes patologías perturbará el proceso fisiológico del embarazo para convertirlo en una amenaza para la vida de jóvenes mujeres.
Me referiré fundamentalmente a tres condiciones que son las que más frecuentemente hacen estragos durante la gestación, en el momento del parto y después del parto: la enfermedad hipertensiva del embarazo, las hemorragias y las infecciones. Condiciones estas que pueden agravarse cuando estos eventos cuentan con la presencia previa de otras enfermedades o entidades clínicas, como son la hipertensión crónica, la diabetes, el VIH, el paludismo, la epilepsia, las cardiopatías y la obesidad.
Pero, ¿Y cómo es que esto sucede?
Veamos: 1) La enfermedad hipertensiva del embarazo (pre-eclampsia y eclampsia) es una condición nociva para la madre y el feto. Se instala después de las 20 semanas del embarazo. En etapa ulteriores al progreso de este, se pueden instalar cifras de presión arterial progresivamente altas e incontrolables con los medicamentos disponibles, que pueden inducir daños a órganos y sistemas causantes de una gran variedad de síntomas clínicos agudos que incluyen convulsiones, pérdida de conocimiento, hemorragias, trombosis, embolia pulmonar, graves infecciones e insuficiencia renal aguda, que de no tomarse medidas terapéuticas adecuadas y oportunas pueden provocar el fallecimiento de la madre o el feto o ambos.
DECISION CRUCIAL
De tal modo que, para prevenir muertes en el transcurso del desarrollo del embarazo y cuando se presentan las complicaciones es el momento de la decisión crucial: o se inicia la acción interrumpiendo el embarazo o nos convertimos en espectadores de un evento cuyo final será la muerte. En la primera, la terapia es salvadora porque el origen del problema es intrínseco del embarazo; en tanto, la viabilidad del feto dependerá del tiempo de gestación materna. En la disyuntiva, la balanza es favorable a la vida de la madre.
2) Las hemorragias durante el embarazo son otras causas importantes de mortalidad materna, fetal y embrionaria. Los sangrados como consecuencia de una placenta previa, el desprendimiento de una placenta normalmente implantada y el aborto espontaneo, son generalmente causas de hemorragias imparables incontrolables por medios clínicos, por ende el abordaje es quirúrgico y, en el caso del aborto espontaneo, la terapia es la limpieza de la cavidad uterina o la matriz. También en estos casos llega el momento de la decisión crucial
Y 3) Como causantes de estas muertes, la incidencia de las infecciones es menor, el tratamiento es a base de medicamentos y no tienen las implicaciones médico-legales y ética de las anteriores
TERAPIA HUMANA
En contraposición a la expresado en líneas anteriores, algunos sectores de la opinión pública nacional no compartan la conducta de la interrupción del embarazo y del aborto terapéutico, sin embargo, para los médicos es la terapia más humana en el marco de la ciencia y la ética.
Y hay razones que avalan la práctica médica. Por ejemplo, en los afanes por reducir la mortalidad materna, los datos de la OMS revelan que, entre 1990 y 2013, solo se ha logrado reducir la mortalidad materna en 2.6 por ciento por cada 100,000 nacidos vivos, lo que aun, dista mucho de alcanzar los objetivos del milenio, en ese orden.
De manera pues, que de no aplicarse el abordaje terapéutico estudiado, conjuntamente con políticas socio-económicas favorables -estas últimas obviadas en el debate público-, lo poco que hemos logrado en la reducción de la mortalidad materna en la República Dominicana, se revertirá y, en cambio, ésta aumentará, alejando el país de los objetivos del milenio
Es por eso que entendemos que las evidencias de la ciencia deben de estar al margen de las intrigas políticas y las cuestiones religiosas. Es tiempo de asimilar que la época de la edad media ha sido superada y que realmente la tierra se mueve y gira alrededor del sol que nos ilumina a todos.