Segunda Lectura
2Tim 4, 6-8; 2Tim 4, 16-18
Yo, por mi parte, estoy llegando al fin y se acerca el momento de mi partida.
He combatido el buen combate, he terminado mi carrera, he guardado lo que depositaron en mis manos.
Sólo me queda recibir la corona de toda vida santa con la que me premiará aquel día el Señor, juez justo; y conmigo la recibirán todos los que anhelaron su venida gloriosa.
La primera vez que presenté mi defensa, nadie estuvo a mi lado, todos me abandonaron. ¡Que Dios no se lo tenga en cuenta!
Pero el Señor estuvo conmigo llenándome de fuerza, para que el mensaje fuera proclamado por medio de mí y llegara a oídos de todas las naciones; y quedé libre de la boca del león.
El Señor me librará de todo mal y me salvará llevándome a su reino celestial. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Evangelio
Lc 18, 9-14
EL FARISEO Y EL PUBLICANO
Jesús dijo esta parábola por algunos que estaban convencidos de ser justos y despreciaban a los demás.
"Dos hombres subieron al Templo a orar. Uno era fariseo y el otro publicano.
El fariseo, puesto de pie, oraba en su interior de esta manera: "Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros, o como ese publicano...
Ayuno dos veces por semana y doy la décima parte de todas mis entradas."
Mientras tanto el publicano se quedaba atrás y no se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: "Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador".
Yo les digo que este último estaba en gracia de Dios cuando volvió a su casa, pero el fariseo no. Porque el que se hace grande será humillado y el que se humilla será enaltecido."
domingo, 24 de octubre de 2010
Lecturas para hoy domingo.
2:10 p. m.