Julio Vasquez.

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miércoles, 6 de julio de 2016

Los huérfanos de la violencia

La violencia es el uso de la fuerza para lograr un objetivo, dominar a alguien o imponer algo. La violencia es consustancial al hombre, viene desde el nacimiento de la humanidad y en la actualidad produce alrededor de 1.4 millones de muertes al año en todo el mundo, o sea, 3 mil ochocientos fallecimientos por día.
 Por si sola, la violencia constituye un verdadero problema para los gobiernos de países desarrollados y las naciones en vías de desarrollo. Los conflictos políticos, las creencias religiosas, problemas raciales, el narcotráfico, las mafias y los intereses económicos de las potencias generan guerras y actos de terrorismo que cobran miles y miles de vidas.
 Por otro lado los asesinatos, homicidios y suicidios son actos de violencia que tienen una alta incidencia en países pobres donde predominan la inequidad, la desigualdad y la marginalidad social. Los secuestros, robos y asaltos implican muertes o algún grado de discapacidad a víctimas y a veces también a victimarios.
 Pero no podemos enfocarnos solo en el aspecto físico de la violencia, sino que debemos resaltar la que se presenta al interior de la familia en sus diferentes modalidades, ya sea  verbal, sexual, económica y psicológica.
 Además vivimos el dolor por las miles de vidas que se pierden como consecuencia de guerras y atentados terroristas ejecutados por fanáticos religiosos y organizaciones de extremistas y fundamentalistas en diferentes partes del mundo.
 El crimen organizado sustentado en diversos ilícitos penales como el narcotráfico, lavado de activos, sicariato, secuestros, ajustes de cuentas, asesinatos, homicidios, robos y asaltos dejan tras de sí una estela de lesiones y muertes que consternan a la sociedad.
 La violencia intrafamiliar es un cáncer que corroe a la sociedad de hoy, sobre todo la que se expresa en feminicidios, parricidios y los golpes, heridas y muertes que se generan por conflictos entre hermanos y otros familiares cercanos.
 Es importante resaltar que la tasa de mortalidad más alta secundaria a la violencia se observa en las comunidades más pobres, con predominio en jóvenes económicamente productivos.
 Preocupa grandemente la muerte de personas inocentes producto de actos terroristas y masacres protagonizadas por psicópatas desquiciados o por fundamentalistas y extremistas que no les importa ni su propia vida. Igual puede decirse de las guerras.
 Las personas, grupos y Estados nunca piensan en los millones de huérfanos que se producen como consecuencia de la violencia que protagonizan y que en la mayoría de las veces son niños, niñas y/o jóvenes que quedan marcados para siempre.
 Las grandes potencias económicas, el liderazgo político del mundo, los organismos internacionales, los países pobres o en vías de desarrollo y la sociedad misma deben reflexionar sobre el presente y el futuro de los huérfanos de la violencia.   
 Por Dr. Bienvenido Segura