Julio Vasquez.

Radio Renacer

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jueves, 30 de junio de 2011

El sacrificio de Isaac.


Primera Lectura
Gén 22, 1-19

Tiempo después, Dios quiso probar a Abrahán y lo llamó: "Abrahán." Respondió él: "Aquí estoy."
Y Dios le dijo: "Toma a tu hijo, al único que tienes y al que amas, Isaac, y vete a la región de Moriah. Allí me lo ofrecerás en holocausto, en un cerro que yo te indicaré."
Se levantó Abrahán de madrugada, ensilló su burro, llamó a dos muchachos para que lo acompañaran, y tomó consigo a su hijo Isaac. Partió leña para el sacrificio y se puso en marcha hacia el lugar que Dios le había indicado.
Al tercer día levantó los ojos y divisó desde lejos el lugar.
Entonces dijo a los muchachos: "Quédense aquí con el burro. El niño y yo nos vamos allá arriba a adorar, y luego volveremos donde ustedes."
Abrahán tomó la leña para el sacrificio y la cargó sobre su hijo Isaac. Tomó luego en su mano el brasero y el cuchillo y en seguida partieron los dos.
Entonces Isaac dijo a Abrahán: "Padre mío." Le respondió: "¿Qué hay, hijito?" Prosiguió Isaac: "Llevamos el fuego y la leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?"
Abrahán le respondió: "Dios mismo proveerá el cordero, hijo mío." Y continuaron juntos el camino.
Al llegar al lugar que Dios le había indicado, Abrahán levantó un altar y puso la leña sobre él. Luego ató a su hijo Isaac y lo colocó sobre la leña.
Extendió después su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo,
pero el Angel de Dios lo llamó desde el cielo y le dijo: "Abrahán, Abrahán." Contestó él: "Aquí estoy."
"No toques al niño, ni le hagas nada, pues ahora veo que temes a Dios, ya que no me has negado a tu hijo, el único que tienes."
Abrahán miró a su alrededor, y vio cerca de él a un carnero que tenía los cuernos enredados en un zarzal. Fue a buscarlo y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.
Abrahán llamó a aquel lugar "Yavé provee". Y todavía hoy la gente dice: "En ese monte Yavé provee."
Volvió a llamar el Angel de Dios a Abrahán desde el cielo,
y le dijo: "Juro por mí mismo palabra de Yavé que, ya que has hecho esto y no me has negado a tu hijo, el único que tienes,
te colmaré de bendiciones y multiplicaré tanto tus descendientes, que serán tan numerosos como las estrellas del cielo o como la arena que hay a orillas del mar. Tus descendientes se impondrán a sus enemigos.
Y porque has obedecido a mi voz, todos los pueblos de la tierra serán bendecidos a través de tu descendencia."
Abrahán regresó a donde estaban sus muchachos, y juntos emprendieron la marcha hacia Bersebá, donde Abrahán fijó su residencia.


Salmo
Sal 116, 1-2; 3-4; 5-6; 8-9


Amo al Señor porque escucha el clamor de mi plegaria; Inclinó hacia mí su oído el día en que lo llamé.


Me envolvían los lazos de la muerte, estaba preso en las redes fatales, me ahogaban la angustia y el pesar, pero invoqué el nombre del Señor: "¡Ay, Señor, salva mi vida!"


El Señor es muy bueno y justo, nuestro Dios es compasivo; El Señor cuida de los pequeños, estaba débil y me salvó.


Ha librado mi alma de la muerte, de lágrimas mis ojos y mis pies de dar un paso en falso. Caminaré en presencia del Señor en la tierra de los vivos.



Evangelio
Mt 9, 1-8
JESÚS SANA AL PARALÍTICO Y PERDONA SUS PECADOS

Jesús volvió a la barca, cruzó de nuevo el lago y vino a su ciudad.
Allí le llevaron a un paralítico, tendido en una camilla. Al ver Jesús la fe de esos hombres, dijo al paralítico: "¡Animo, hijo; tus pecados quedan perdonados!"
Algunos maestros de la Ley pensaron: "¡Qué manera de burlarse de Dios!"
Pero Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: "¿Por qué piensan mal?
¿Qué es más fácil: decir "Quedan perdonados tus pecados" o "Levántate y anda"?
Sepan, pues, que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados." Entonces dijo al paralítico: "Levántate, toma tu camilla y vete a casa."
Y el paralítico se levantó y se fue a su casa.
La gente, al ver esto, quedó muy impresionada y alabó a Dios por haber dado tal poder a los hombres.