Ez 2, 8-10; Ez 3, 1-4
Ahora, hijo de hombre, escucha lo que te voy a decir, no te rebeles como esa raza de rebeldes, sino que abre la boca y come lo que te doy."
Miré: hacia mí se tendió una mano que sostenía el rollo del libro.
Lo desenrolló ante mí; estaba escrito al revés y al derecho, y sólo eran cantos fúnebres, lamentaciones y gemidos.
Me dijo: "Hijo de hombre, come lo que te presento, cómelo y luego anda a hablarle a la casa de Israel."
Abrí la boca para que me hiciera comer ese rollo,
y me dijo: "Hijo de hombre, come ahora y llena tu estómago con este rollo que te doy." Lo comí pues, y en mi boca era dulce como la miel.
Me dijo: "Hijo de hombre, anda a la casa de Israel y diles mis palabras.
martes, 12 de agosto de 2008
Lectura para hoy
8:55 a. m.
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