La semana pasada, 22-28 de julio, vivimos las gracias ofrecidas desde la Jornada Mundial de la Juventud 2013, Río de Janeiro, Brasil.
Fueron muchas las gracias derramadas y alcanzadas desde esa actividad, o más bien retiro espiritual, porque fueron tantas las reflexiones, Eucaristías, motivaciones, encuentros, oraciones, adoración al Santísimo Sacramento, abrazos y besos a niños/as, enfermos, ancianos, pobres,… que prodigó nuestro papa Francisco, que llevan a cuestionarnos nuestra manera de vivir y servir en nuestra Santa y Madre Iglesia.
La organización de esta JMJ insuperable. El respeto en cada uno de los actos, increíble. Las representaciones de los misterios del Vía Crucis, adoración al Santísimo, trascendentes. La orquesta y coro, sublimes. Los testimonios en los diferentes lugares, salidos del corazón y la conciencia.
Y qué decir de nuestro Papa. La sencillez, humildad, sabiduría, palabras, sonrisas,… llenas de Espíritu Santo, de compromiso y de proclamar por dónde debe ir nuestra Iglesia, que somos todos nosotros.
Cuánta cercanía con las personas y sobre todo con los más pobres y olvidados. La presencia de nuestro Papa fue un canto a las maravillas del Dios Creador, presentándonos a la persona de Jesús en su persona de Obispo de Roma y Pontífice de la Iglesia desde los mismos criterios en que vivió, predicó, realizó tantos milagros, murió y resucitó el Hijo del Hombre. Nos recordó la esencial de la vida y misión de Jesús, que debe ser la vida y misión nuestra. La presencia, sabía y humilde del Papa Francisco, nos interpela sobre nuestra presencia como miembros vivos del Cuerpo de Cristo. Nos llama a un examen de conciencia como personas humanas cristianas, familias, instituciones, Iglesia y sociedad. Nos hace tener y vivir “un pedacito de cielo en la tierra”.
Por eso la frase que titula este humilde artículo “No Licuar la fe en Jesús”. Y es que el postmodernismo, el relativismo, el poder, placer y tener, y otros vicios desprendidos de ellos, nos pueden llevar a licuar nuestra fe y nuestra misión. Licuar tallando una persona de Jesús a nuestro antojo, con cruz o sin cruz, con coronas de espinas menos punzantes, con clavos sin dolor, con costado sin heridas, mas bien cuerpos ofertados a los gimnasios, productos químicos, alimentos que mantienen la figura corporal y poco la figura espiritual.
Es que la fe es una sola. La regalada por Dios Padre, en Cristo y conducida por el Espíritu Santo. No hay otra fe Cristiana. Es la fe, convertida en esperanza en el Crucificado y Resucitado. Fe que se transforma en confianza, confianza que nos lleva a arriesgar nuestras vidas desde esa persona y misión de Cristo. Solamente así podemos ser amigos, discípulos y misioneros del Redentor. Que desde el papa Francisco nos recuerda a Mateo 25, los únicos criterios de salvación, y las Bienaventuranzas, que son los rasgos de Jesús, que la gracia y nuestra disposición, que también es gracia, pueden ir trasparentando en nuestras personas.
Por eso nos gritaba el Papa que no nos enjaulemos, que salgamos a las calles, a ser testigos de la única persona que es el camino, la verdad y la vida. De la única persona que carga nuestros agobios, pecados, cansancios, estrés,… para que seamos felices en este mundo. Nos dice que la seguridad es confiarse en las demás personas. Que no tengamos miedo, porque en el Señor “todo lo podemos”. Que la peor prisión es encerrarse en sí mismo. Y que solamente en Jesús encontraremos la total y plena transfiguración nuestra.
El mensaje del Santo Padre es muy claro: centralidad de nuestras vidas y de la Iglesia solamente en Cristo Jesús.
P. Richard muchas gracias por ser aplauso inmenso de las bondades de Dios.
domingo, 4 de agosto de 2013
Papa Francisco: “No licuar la fe en Jesús”
11:34 a. m.
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