El Santo Padre anima a las familias a rezar juntas, y a transmitir con palabras y obras las verdades fundamentales. Y urge a los padres, ante «la cultura del descarte», a transmitir a los hijos la conciencia de que la vida debe ser defendida siempre, ya desde el vientre materno, reconociendo que es un don de Dios y garantía del futuro de la humanidad. Y recuerda en este contexto «el cuidado que se debe brindar a los ancianos, en especial a los abuelos, que son la memoria viva de un pueblo y transmiten la sabiduría de la vida».
«Guardando vivas en el corazón las alegrías», que recibió durante su reciente visita a Brasil, el Papa destaca la importancia de esta Semana Nacional de la Familia, alentando a los padres en su noble y exigente misión de ser los primeros colaboradores de Dios, en la orientación fundamental de la existencia, garantía de un buen futuro.
Ejemplo de los padres en la transmisión de la fe
«Por eso, es importante que los padres cultiven prácticas comunes de fe en la familia, que acompañen el crecimiento en la fe de los hijos», añade el Santo Padre, como escribió en su Encíclica Lumen Fidei (n. 53) Para luego reiterar que «por lo tanto, los padres están llamados a transmitir, con las palabras y sobre todo con sus obras, las verdades fundamentales sobre la vida y el amor humano, que reciben un luz nueva de la Revelación de Dios».La vida don, desde la concepción hasta la muerte
«En particular, ante la cultura del descarte, que relativiza el valor de la vida humana, los padres están llamados a transmitir a los hijos la conciencia de que la vida debe ser defendida siempre, ya desde el vientre materno, reconociendo que es un don de Dios y garantía del futuro de la humanidad», hace hincapié el Papa. Y recuerda en este contexto «el cuidado que se debe brindar a los ancianos, en especial a los abuelos, que son la memoria viva de un pueblo y transmiten la sabiduría de la vida».El Papa termina el mensaje a las familias brasileñas deseando que «sean los más convincentes heraldos de la belleza del amor sostenido y alimentado por la fe», como prenda de la gracia del Altísimo y por intercesión de Nuestra Señora Aparecida.