Jn 10, 27-30
Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco. Ellas me siguen,
y yo les doy vida eterna. Nunca perecerán y nadie las arrebatará jamás de mi mano.
Aquello que el Padre me ha dado es más fuerte que todo, y nadie puede arrebatarlo de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre somos una sola cosa."
domingo, 25 de abril de 2010
La Lectura del Dia.
11:59 a. m.
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