La abogada dominicana Julissa Reynoso, actualmente subsecretaria de estado de los Estados Unidos para Asuntos de América Latina y El Caribe, llegó en 1982 a Norteamérica para vivir en el Sur de El Bronx. Allí, los de su barrio, la llamaban “shortie” y a veces “dominicana”. Muchos se burlaban de ella y los más escépticos, nunca quisieron concederle la posibilidad del éxito, pero Julissa, que luego se convertiría en una de las más aferradas activistas y difusora de la dominicanidad en el exterior, había venido dispuesta a vencer todas las barreras: desde convertirse en una estudiante con la excelencia académica, hasta alcanzar la cúspide. Asistió a una escuela católica del condado donde aprendió inglés.
Ya para 1993, estaba en Harvard, una universidad que entonces, era considerada como una de las más elitistas del mundo y donde sólo podían tener cabida los hijos de los millonarios, aquellos que tenían conexiones políticas y los que se relacionaban con altos ejecutivos de la institución.
Julissa, relata parte de sus experiencias a su llegada a Nueva York, su estancia en Harvard y en la Escuela de Leyes de la Universidad de Columbia en una historia que publicó en la Internet titulada “Being Latina at Harvard o Beyond” (Una latina llegando a Harvard o más allá).
La ahora flamante subsecretaria de estado norteamericana, que de las filas de Hillary Clinton pasó a las de Barack Obama durante las históricas primarias demócratas, recuerda que nació en una comunidad rural de la República Dominicana y que aunque llegó tras el sueño americano, no podía alejar de sus oídos el sonar de la tambora, la güira, la tambora, la música de Juan Luis Guerra, el arroz con gandules y otras costumbres y tradiciones criollas.
Narra que desde El Bronx, viajó en una camioneta azul a Massachusetts para encontrar a Harvard, pero en el camino su madre, una tía, dos primos segundos y un amigo de un amigo, quienes la acompañaron en el viaje, se perdieron varias veces en la ruta. “Fui a Harvard, sin conocer una pizca de su historia o la importancia de la universidad”, relata.
“Era un día encantador de septiembre y luego me mudé a la calle Strauss, donde tuve que compartir el apartamento con otras estudiantes de Florida, Nueva York, Indiana, entre las que estaban americanas, judías, afro americanas y asiáticas”, añade. Muchas de sus compañeros la confundían con una puertorriqueña y sostiene que cuando les aclaraba que era dominicana, oriunda de la República Dominicana, lo primero que le decían era que “todos los dominicanos tienen armas”.
Pasó su primer año en Harvard bajo las miradas observadoras de los otros. “No podía entender porqué la gente quería saber de dónde yo venía y quien yo era”.
La mayoría le preguntaba: “¿Es usted americana?”, “Si es de El Bronx, ¿es puertorriqueña?”, “¿Cómo es que es de El Bronx de todos modos?”. Las respuestas de Julissa variaban desde “No, soy dominicana”. Indica que se dio cuenta de que muchos de sus compañeros en Harvard, estaban obsesionados con descripciones e imágenes supuestas sobre su origen y nacionalidad.
“Nunca dejé de echar de menos a El Bronx y mucho menos que era una dominicana, porque lo importante era tener una identidad: una forma de hablar, caminar, comer, reír, oler el pensamiento y la música. No podía bloquear en mis oídos el sonido de la güira y la tambora”, relata Reynoso.
Con el paso del tiempo, se fue familiarizando con la dinámica de la sociedad americana, pero notó que en la misma universidad, había estudiantes, profesores, intelectuales y profesionales de todas las razas, aunque no olvidaba que el término “spic”, un ofensivo epíteto contra los hispanos, era también usado en el pasado contra los dominicanos.
Posteriormente ella comenzó a unirse a grupos de defensa de la dominicanidad como “Fuerza Quisqueyana” con la misión de promover la identidad de los criollos y criollas en todas sus formas: el arroz con gandules, a Juan Luis Guerra y la mezcla de la bachata.
“Promover activamente la dominicanidad fue más natural de las actividades extra curriculares porque era promoverme a mí misma”, añade.
“Mis años en Harvard fueron realmente inolvidables. Conocí a gentes brillantes con el hermoso sueño de lucha y conquista. Muchos compañeros compartían sus esperanzas de cambiar al mundo y sus ideas para el dominio de la vida y eso, lo tomé muy en serio”.
Destaca que sus años en Harvard, fueron dedicados a explorar el mundo, viajando a través de Asia, Africa, América Latina y Europa en búsqueda de comprensión con laboratorios y experimentos. Después de graduarse en Harvard, Julissa, ingresó a la Universidad de Cambridge en Inglaterra, donde hizo una maestría en Desarrollo de la Filosofía. “Allí, conocí soñadores de otros mundos y encontré que y menos aún los dominicanos, eran mucho más que una raza rara en Harvard”. Explica que en Inglaterra, “encontré mi tribu: una mujer dominicana, un francés puertorriqueño y un par de mexicanos”.
Y en Cambridge, a muchas millas lejos de la tierra donde ella vivía, halló la nueva raza y entendió a América. “Después de Inglaterra, Nueva York me esperaba y me abrazó como si hubiera sido su hija pródiga. Mi próximo refugio fue la Escuela de Leyes de la Universidad de Columbia”.
Expresa que Washington Heitghs, el barrio predominantemente dominicano en la ciudad donde vivía, le sirvió como una fuente de ideas, un patio de recreo para experimentar con problemas y soluciones. “En Nueva York, he encontrado un hogar para mis ideas de mejorar la vida y dar voz a los silenciados. Estudio derecho en una institución excepcional, organizo y comparto con mis comunidades dando a todas el mismo impulso”.
Sostiene en el relato que “en Nueva York, yo me veo en cada esquina, camino y hablo como una puertorriqueña, como y río como una mexicana, pienso como dominicana y con la música, en Nueva York, yo soy Julissa de nuevo”.
Tras graduarse en Harvard en 1997, completó una maestría en Cambridge en 1998 y luego en Columbia. Fue co fundadora del grupo Dominicanos 2000.
Julissa trabajó como asistente de la jueza Laura Taylor Swain en la Corte Federal del Distrito Sur en Nueva York y es miembro del Concejo de Relaciones Exteriores. En el 2006 laboró como subdirectora de la Oficina de Responsabilidad del Departamento de Educación de la ciudad de Nueva York y luego como parte del bufete de abogados Simpson Thacher & Bartlett LLP, con especialidad en litigios internacionales.
Fue nombrada en el Departamento de Estado el 16 de noviembre del 2009.
Su primer trabajo en el cargo fue la reciente visita que hizo a varios países latinoamericanos, comenzando por el suyo en el que se reunió con el presidente Leonel Fernández, el presidente del PRD Miguel Vargas Maldonado y representantes del congreso, hablando del interés de Estados Unidos en los procesos electorales y la consolidación de la democracia en el continente.
Autor: Miguel Cruz Tejada
viernes, 12 de febrero de 2010
Julissa Reynoso de dominicana discriminada a subsecretaria de estado en EEUU
12:07 p. m.
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