Julio Vasquez.

Radio Renacer

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domingo, 6 de junio de 2010

Falsos Profetas y Falsos Maestros.



De acuerdo al Señor Jesús, hay "muchos" falsos profetas en nuestros días que "engañarán a MUCHAS personas" (Mt. 24:11). Aunque estos falsos profetas puedan alegar conocer y comunicar la verdad de Dios, están esparciendo mentiras (Jer. 14:14). Según el amoroso Señor Jesús, los falsos profetas son realmente lobos rapaces, peligrosos y hambrientos, disfrazados de oveja (Mt. 7:15). ¡Por lo tanto, pueden ser tan espiritualmente peligrosos y mortales para los Cristianos (ovejas -- Jn. 10:27) como un lobo salvaje y oculto lo es para una manada de ovejas!
Los falsos profetas pueden conocerse por sus "frutos" (Mt. 7:16), no por sus reclamos personales o "dones." De hecho, algunos falsos profetas pueden incluso producir señales milagrosas (Marc. 13:22; Apoc. 19:20) y predecir acertadamente un evento (Deut. 13:1-4). Otros falsos profetas pueden identificarse por sus profecías falsas dichas en nombre del SEÑOR (Deut. 18:21,22). En tiempos de Jezabel, los falsos profetas comían en la mesa del Rey (1 Re. 18:19), mientras que los verdaderos profetas se escondían en cavernas y secretamente se alimentaban allí (1 Re. 18:4). La popularidad y afluencia, por lo tanto, no deben ser un criterio para tratar de identificar a un falso profeta, porque a veces tienen muchos seguidores. Los falsos profetas hablan con convicción, ya que esperan el cumplimiento de sus palabras mentirosas (Ezeq. 13:6). Los falsos maestros también pueden sonar autoritarios en sus enseñanzas (1 Tim. 1:7).
Un ejemplo en el Nuevo Testamento de un falso profeta lo fue Barjesús (Hech. 13:6). Tal y como él se le opuso a Pablo, otros siervos de Dios en el pasado fueron resisitidos también por falsos profetas de su tiempo. Jeremías es un ejemplo de esto (Jer. 26:7-15). Otro fue Micaías, quién fue abofeteado en la cara por un falso profeta (1 Re. 22:24). Los mensajes engañadores de los falsos profetas pueden dar aliento en vano (Zac. 10:2), llenar a gente pecadora de "falsas esperanzas" (Jer. 23:16), cubrir las heridas de las personas como si no fueran serias (Jer. 8:10, 11) y no exponer los pecados de las personas (Lam. 2:14). Los falsos profetas que tenían espíritus mentirosos que engañaron a Acab, predijeron triunfo y victoria en nombre del SEÑOR (1 Re. 22:11, 12). ¡Porque Acab creyó su mensaje, fue a la batalla y murió 22:35)! En forma similar, Pablo predijo el día en el que un gran número de falsos maestros hablarían lo que la gente con comezón de oír quisieran oír, no lo que necesitaran oír (la verdad), tal y como se encuentra en las Escrituras (2 Tim. 4:3).
De nuevo, "muchos" serán engañados por enemigos mortales de la Cristiandad con apariencia de religiosidad e inocencia, que traerán el camino de la verdad a descrédito (2 Ped. 2:1,2). El apóstol Pablo claramente dijo que hay enseñanzas que en realidad provienen de "demonios" a través de falsos maestros (1 Tim. 4:1, 2) y que Satanás tiene siervos que se disfrazan de siervos de justicia (2 Cor. 11:15). ¡Aunque desagradables, estos son hechos!
Para añadirle a todo esto, según el apóstol Juan, realmente es posible ser cómplice de la obra de maldad de un falso maestro:
"Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esa doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvendio! participa en sus malas obras" (2 Jn. 9-11).
Al obedecer el mandamiento de no ser crédulos, sino "probar los espíritus" (1 Jn. 4:1) para no ser engañados, tenemos que cuidadosamente evaluar los maestros y los ministerios por las Escrituras, en donde radica siempre la autoridad final (2 Tim. 3:16, 17).
Amigos, Jesús no estaba bromeando cuando dijo que nos cuidáramos de los falsos profetas vestidos de oveja pero que por dentro eran lobos rapaces (Mt. 7:15). ¡Están aquí AHORA! Esté alerta. Es asunto de vida o muerte. Aprenda las Escrituras, para que no sea engañado. La eternidad está en juego.