Concluye una semana de bendiciones para todos aquellos que hemos abierto los oídos y el corazón a la voz de Dios, manifestada a través de los mensajes, gestos y testimonio del Papa Francisco y de todas las personas sencillas, humildes, pobres y desvalidas e incluso desechadas por la sociedad, como los presos, enfermos, inmigrantes, entre otros, quienes no tuvieron miedo a manifestar su experiencia de transcendencia y de amor a un ser humano, que aunque de carne y hueso como nosotros lleva en su corazón y en su vida la presencia del Dios misericordioso, tierno y amoroso que ama a todos sus hijos y que no se siente el juez de nadie, sino el hermano, al igual que Jesús, quien no vino para los sanos sino para los enfermos y no vino a condenar sino para que el mundo crea y se salve. Un hermano sencillo, respetuoso y sobre todo del lado de los más necesitados, y últimos de la sociedad.
Sus discursos no fueron para regañar a nadie, ni ofender, ni humillar, sino para consolar, para abrir el entendimiento, para hacernos ver lo que no está bien, para invitarnos a la conversión y a trabajar juntos por un mundo mejor, un mundo de hermanos, de justicia, de inclusión donde reine la paz y el amor. Donde la familia siga siendo la base de la sociedad humana y donde cada persona se sienta importante, aceptada, por ser persona, imagen y semejanza de Dios, por ser un ciudadano de este mundo, aunque no siempre tenga sus papeles en regla.
Primero fue la visita a Cuba del 19 al 22, que nos demostró, que no importa el sistema de gobierno que se tenga, cuando la gente es noble y se abre a los valores humanos y cristianos, entonces se da el gran paso hacia la esperanza y los cambios, que no son solamente externos sino que vienen desde los profundo del corazón y se materializan externamente para el bien común. Luego el viaje a Estados Unidos del 23 al 28, coincidiendo con el VIII Congreso Mundial de las Familias en Filadelfia, y la reunión de los presidentes del mundo en la ONU. Grandes intervenciones del Papa Francisco como el Discurso al Congreso de los Estados Unidos, “histórico”, fuimos muchos los que nos dejamos tocar el corazón y recibimos el llamado a la conversión, porque al fin de cuentas todos los seres humanos tenemos conciencia, solo que a veces la callamos y nos olvidamos de los llamados que ella nos hace cuando nos impulsa a hacer el bien y a ser buenas personas, trabajando con honradez por la sociedad y cumpliendo con nuestros deberes.
Y qué decir del discurso en la ONU, quedará grabado para siempre en nuestros corazones, las homilías en las misas, frente a miles y miles de personas que no eran todos católicos, sino ciudadanos del mundo.
No tengo palabras para expresar lo hermosa que fue esta semana espiritual, que gracias a CNN en Español que realizó la cobertura de la visita del Papa, paso a paso, pudimos disfrutarla en tiempo real.
Pidamos a los santos Arcángeles, Gabriel, Miguel y Rafael cuya fiesta celebramos hoy que nos ayuden a dar frutos de verdadera conversión.
martes, 29 de septiembre de 2015
Lluvia de bendiciones, ¡Gracias Francisco!
9:24 a. m.
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