Antes de su esperado discurso a la 70° Asamblea General de la ONU, el Papa Francisco saludó a los trabajadores que sirven en la sede de esta organización en Nueva York. A continuación el texto completo de las palabras del Santo Padre:
Queridos amigos, buenos días:
Con ocasión de mi visita a las Naciones Unidas, me alegro de poder saludarles a ustedes, hombres y mujeres, que son, en muchos aspectos, la columna vertebral de esta Organización. Les agradezco su acogida, y por todo lo que han hecho para preparar mi visita. Les pido también que hagan llegar mi saludo a los miembros de sus familias y a sus compañeros que no han podido estar hoy con nosotros... por la lotería (risas de los trabajadores).
La mayor parte del trabajo que hacen aquí no aparece en las noticias. Entre bastidores, sus esfuerzos cotidianos hacen posible muchas de las iniciativas diplomáticas, culturales, económicas y políticas de las Naciones Unidas, que son tan importantes para responder a las esperanzas y expectativas de los pueblos que componen nuestra familia humana. Ustedes son el personal operativo, experto y experimentado, funcionarios y secretarias, traductores e intérpretes, personal de limpieza y de cocina, de seguridad y de mantenimiento. Gracias por todo lo que hacen.
Su trabajo silencioso y fiel no sólo revierte en beneficio de las Naciones Unidas. También tiene una gran importancia para ustedes personalmente. Puesto que nuestra forma de trabajar manifiesta nuestra dignidad y la clase de personas que somos.
Muchos de ustedes han venido a esta ciudad provenientes de otros países. De hecho, ustedes forman un microcosmos de los pueblos que esta Organización representa e intenta servir. Al igual que a muchas otras personas en el mundo, les preocupa el bienestar y la educación de sus hijos.
Les preocupa el futuro del planeta, y el tipo de mundo que vamos a dejar a las generaciones futuras. Sin embargo, hoy y siempre, les pido a cada uno de ustedes, cualquiera que sea su cometido, que se cuiden unos a otros. Que estén cerca unos de otros, que se respeten y, de esta manera, encarnen entre ustedes el ideal de esta Organización de ser una familia humana unida, viviendo en armonía, trabajando no sólo para la paz, sino en paz; trabajando no sólo por la justicia, sino con un espíritu de justicia.
Queridos amigos, los bendigo de corazón a cada uno de ustedes. Rezaré por ustedes y sus familias, y les pido, por favor, que no se olviden de rezar por mí. Y si alguno de ustedes no es creyente, le pido sus mejores deseos. Que Dios los bendiga a todos.
Gracias.