Estas palabras expresan compromiso de parte de los pueblos y de las personas, pero no son mágicas, es decir, no basta pronunciarlas para que produzcan los efectos deseados, es necesario empeñarse todos los días para que se vean los resultados, que no son a corto plazo ni tampoco logros de minorías, sino que todos tenemos que contribuir para que se realicen y podamos vivir con justicia, paz y reconciliación.
La justicia es una virtud que nos desafía constantemente, porque cuando creemos que tenemos paz, porque no existe el conflicto armado, tenemos injusticias de toda índole como la corrupción, la impunidad, inseguridad, entre otras… resulta que paz sin justicia es una hipocresía de la sociedad.
La paz va más allá de la tranquilidad fronteriza, de un alto al fuego, es un proceso que nos debe llevar al encuentro con el otro, en la diferencia, en el respeto, en los acuerdos, en la concordia, y por supuesto en la honestidad, independencia de poderes, y manejo honesto de los bienes públicos.
¿Y qué podemos decir de la reconciliación?, es romper las fronteras del odio, perdonar, dar el paso, acercarse, abrir las manos y estrechar los vínculos, aunque a veces seamos nosotros las víctimas. Me atrevo a decir, que solamente cuando somos capaces de perdonar, abrirnos al diálogo y hacer las paces, reconciliándonos, entonces se puede hablar de un proceso de paz, que será realidad cuando se instale la justicia, y todos podamos reconocer que no hay descarte ni exclusión de nadie en nuestra comunidad, familia e instituciones.
De estas realidades desafiantes habló el Papa Francisco en su viaje de cuatro días por Cuba, las utilizó en el discurso de su llegada a la Isla, pero, sí resumimos el clima que ha acompañado estos días de su presencia en Cuba, podemos afirmar que siempre estuvieron presentes en los gestos, acogida y en la actitud del Papa, porque eran su hoja de ruta aunque no las repitiera en los demás discursos.
Pidamos a nuestra madre la virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de las Mercedes, patrona de República Dominicana, cuya fiesta celebraremos este 24 de septiembre, que nos ayude, enseñe y muestre el camino para poner en práctica estas enseñanzas, porque no son solamente los cubanos quienes tienen necesidad de ellas, sino cada uno de nosotros, nuestro país necesita reconciliarse y sentirse hermano entre nosotros y con los inmigrantes, para que haya una paz sincera y duradera, donde poco a poco veamos que se imparte justicia. Entonces amanecerá un cielo nuevo y una tierra nueva, donde brille la esperanza, donde la cultura del encuentro sea el aire que respiramos y todos podamos soñar con oportunidades de trabajo, vivienda, educación y salud, no como una utopía, sino como realidades que implican esfuerzo y liderazgo verdadero, no de aquel que se impone y se adueña del poder, sino del que prepara nuevos líderes para que la semilla crezca y se expanda, porque no somos indispensables ni eternos, la vida debe continuar y otros deben seguir el camino y ser mejores.
martes, 22 de septiembre de 2015
Justicia, paz y reconciliación
11:25 a. m.
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