Autor: Padre Ángel Peña Benito, misionero agustino recoleto.
. Tema: HOMBRES INSATISFECHOS. ¡Se necesita tan poco para ser feliz! Incluso, aunque hayas cometido muchos errores, Dios te los va a perdonar, acércate como un hijo arrepentido y ten la seguridad de que te va a perdonar, aunque nadie te perdone. Y siempre estás a tiempo para empezar de nuevo. Mientras hay vida, hay esperanza, no te hundas en la desesperación. Mira la vida de frente. La vida continúa y Dios sigue confiando en ti. Pase lo que pase, confía tú también en Él. Y escucha lo que te dice tu Padre Dios. Querido hijo: Te amo con todo mi corazón de Padre y tengo muchas esperanzas en ti. Desde toda la eternidad he pensado en ti y he trazado un plan maravilloso para ti. Hijo mío, no tengas miedo, porque yo siempre estoy contigo. Puedes llamarme a cualquier hora del día o de la noche, porque tengo todo mi tiempo exclusivamente para ti. Háblame con confianza. Ayer te vi que estabas triste y pensé que querías hablar conmigo. Esperé, pero no me dirigiste la palabra. Sin embargo, quiero decirte que aún te amo y sigo confiando en ti. Te vi dormir por la noche y te envié mis rayos de luna para besar tu frente... esperé hasta la mañana. Mas tú con tu prisa tampoco me hablaste. Entonces, mis lágrimas se mezclaron con las gotas de lluvia que caían. Hoy te sigo viendo triste y quisiera consolarte con mis rayos de sol, con mi cielo azul, con los paisajes de los campos y el aroma y el color de mis hermosas flores. Te grito mi amor a través del zumbido de las hojas agitadas por el viento, a través del canto de los pájaros y del rumor del riachuelo. Pero parece que tú no te das cuenta. Hijo mío, ¿acaso no escuchas mi voz, que está en el fondo de tu alma o quieres taparla con ruidos y más ruidos y músicas estridentes? ¿Crees que te voy a dejar? Eres demasiado importante para mí y te amo demasiado como para olvidarme de ti. Mi voz te sigue como tu sombra y mi amor te envuelve con el aire que respiras. No me tengas miedo. Ven a Mí. Si has caído y tienes vergüenza, no temas, yo lo sé todo y te comprendo y tengo misericordia de ti. Sólo te pido que lo reconozcas y que te esfuerces para que podamos ser nuevamente amigos, de verdad. Hijo mío, te amo y necesito de tu amor y de tu cariño. Todos los días te estoy esperando de modo especial en la Eucaristía. ¿No tendrás un tiempo libre para venir a visitarme? ¿Me dices que estás muy ocupado? ¿Que no tienes tiempo? No te preocupes, puedo seguir esperándote, porque te amo y nunca me cansaré de ti. Un saludo cordial en el Corazón Misericordioso de Jesús y en el Corazón Inmaculado de María. José Luis Elizalde Esparza.
sábado, 21 de junio de 2008
HOMBRES INSATISFECHOS
11:15 p. m.
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