Julio Vasquez.

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jueves, 13 de septiembre de 2012

La Iglesia Mayor de Santiago

Los Monumentos 


Catedran de Santiago, rep. Dom. en Honor a  Santiago Apóstol


Por Rafael A. Escotto. El autor es abogado.


Los monumentos eclesiásticos como la Basílica de Guadalupe en Méjico, la catedral San Patricio, en Nueva York, la de Notre Dame en París y la Basílica de San Pedro, en la ciudad del Vaticano son lugares obligados que ofrecen atractivos religiosos y que mueven miles de turistas y peregrinos anualmente. 

Se puede decir, que el centro histórico de Santiago de los Caballeros con la reapertura de nuestra hermosísima Catedral Santiago Apóstol después de la gran reforma estructural que se le acaba de hacer, obra del Arq. Feris-Iglesias, Director del Proyecto, le agrega a la ciudad de Santiago un templo que se convertirá en un lugar de peregrinaje y de veneración. La Iglesia Mayor de Santiago lleva su creación como honor y homenaje a Santiago el Mayor, discípulo de Jesús, hijo de Sebedeo y de Salomé.

El apóstol Santiago fue uno de los primeros que recibieron la llamada de Jesuscrito, cuando estaba pescando en el lago Genesaret junto a su hermano Juan. El apóstol Santiago tuvo un papel especial en el desarrollo del milagro de la hija de Jairo (Lucas 8-49-56) y estuvo presente en dos de los momentos más importantes de su ministerio-la Transfiguración en el monte Tabor (Lucas, 9) y la oración en el Huerto de los Olivos-junto a Simón Pedro y a su hermano Juan. La Iglesia parroquial mayor de Santiago fue destruida totalmente por el terremoto del 7 de mayo de 1842. El padre Domingo Antonio Solano, quien era párroco, vio destruirse la iglesia y él mismo inicio las obras de reconstrucción en 1851. Durante la guerra de Restauración la convirtieron en fortaleza.

Luego el padre Miguel Quezada volvió a iniciar los trabajos de reconstrucción, en 1874, bajo la dirección del maestro Onofre de Lora. La hoy catedral de Santiago el Mayor fue bendecida el 21 de enero de 1895. Los santiagueros tenemos que vanagloriarnos de los afanes mostrados por su Excelencia Reverendísima Monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio, para darle a la feligresía la posibilidad de una reapertura de este magnifico templo repleto de valores inmateriales y símbolo de nuestra convicción cristiana y de nuestra fe católica. En Monseñor de la Rosa y Carpio percibo desde mi espíritu religioso la figura de Simeón Pedro, a quien Jesús dejó encargado de dirigir al resto de sus apóstoles y de su Iglesia. Se nota en el corazón de los cristianos de este pueblo un entusiasmo inaudito en toda la congregación de Santiago de los Caballeros, y se oyen por todas partes como una expresión de un deseo bondadoso de su Pastor caer las bendiciones como gotas de rocío humedecido sobre nuestra parroquia. Santiago, como pueblo cristiano y devoto ha reflorecido con la reconstrucción de la Catedral; es como si la misma constituyera unos de los deseos de Jesús de ver unido a sus fieles, porque El sabe que al Unirse sus discípulos se transforman en un poderoso testimonio de realidad del Amor de Dios para el mundo entero (Juan 17. 1-26). 

Nuestra Iglesia ha sido majestuosamente reacondicionada con un nuevo espacio para la adoración al Santísimo Sacramento en el que la feligresía podrás darle gracias a Dios Padre, diciendo: “Gracias, Padre mío, por Tu inmensa paciencia que me ha esperado. Gracias Dios mío, por tu inconmensurable compasión que tuvo piedad de mi. La única recompensa que puedo darte en retribución por este templo nuevo que me diste es mi debilidad, mi dolor y mi miseria”. Mi madre Andrea, que ha sido llevada por los ángeles al lugar de los muertos y se halla en el seno de Abraham, como Lázaro, debe estar regocijada con el Señor por este templo renovado. Yo oigo su voz como sucedió con Juan que oyó la voz amorosa del cielo que le dijo: “Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor, como mi difunta madre. Nuestro obispo de Santiago, Monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio también ha sido complacido porque Dios le dio la fuerza y vigor a su pueblo para ver reabierto el culto de la Iglesia Mayor de Santiago. Por Rafael A. Escotto. El autor es abogado.

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