(InfoCatólica) Los obispos explican que «el matrimonio es tanto una relación personal entre un hombre y una mujer como una institución de protección de sus hijos. El matrimonio incluye una unión emocional, pero va más allá de esa unión. Forma una profunda unión corporal y espiritual entre un hombre y una mujer».
Y añaden:
«Esta unión de un hombre y una mujer es el entono natural para la reproducción y la protección y educación de los niños. El matrimonio es el cimiento de la unidad familiar, que a su vez es la célula básica de la sociedad... Experimentar con el matrimonio, por lo tanto, también es experimentar con los niños. Es gravemente injusto para ellos».
«La Iglesia Católica», aseguran los prelados católicos australianos, «se preocupa mucho por el matrimonio porque es, en sí mismo, un bien fundamental, un cimiento de la existencia humana y del crecimiento del hombre, así como una bendición de Dios».
Además advierten que «es gravemente injusto desestabilizar aún más el matrimonio, en un momento en que ya sufre una presión considerable».
Los obispos argumentan que «la apelación a la igualdad y a la ausencia de discriminación enfoca el asunto al revés. Si la unión de un hombre y una mujer es diferente (y no igual) que otras uniones, entonces la justicia exige que tratemos esa unión en consecuencia. Si el matrimonio es una institución destinada a ayudar a que dos personas de sexos opuestos sean mutuamente fieles y sean también fieles a los hijos de su unión, no es discriminatorio reservarlo para ellos».
En la carta pastoral se recuerda que «la tradición cristiana enseña que cada ser humano es una persona única e irremplazable, creada a imagen de Dios y amada por Él. Por eso, cada hombre, cada mujer y cada niño tiene una gran dignidad y un gran valor que no es posible arrebatarles. Esto incluye a las personas que experimentan una atracción por personas del mismo sexo. Deben ser tratadas con respeto, sensibilidad y amor».
Todos están llamados a vivir en castidad
Por otra parte, se explica que «los cristianos creemos que todas las personas, incluidas las que experimentan atracción por personas del mismo sexo, están llamadas por Dios a vivir castamente y que, con la gracia de Dios y el apoyo de los amigos, pueden y deben crecer en el cumplimiento del plan de Dios».
Por último, los obispos advierten que «redefinir el matrimonio según la propuesta actual reduciría el matrimonio a una relación sexual afectiva comprometida entre dos personas cualesquiera. Todos los matrimonios pasarían a definirse por la intensidad de la emoción en lugar de por ser una unión basada en la complementariedad sexual y la fertilidad potencial. Los maridos y las mujeres, las madres y los padres se considerarán construcciones sociales totalmente intercambiables, ya que el género dejaría de importar».
Por su parte, en declaraciones a la prensa durante la presentación de la carta pastoral, el presidente de la Comisión Episcopal para la Familia, la Juventud y la Vida, y arzobispo de Sidbey, Mons. Anthony Fisher, OP afirmó:
«Es injusto, gravemente injusto, legitimar la falsa afirmación de que no hay nada que distinga a un hombre de una mujer, a un padre de una madre, e ignorar la importancia para los niños de tener una mamá y un papá, comprometidos con ellos y mutuamente de forma permanente. Los niños tienen derecho a crecer con su padre y su madre naturales, siempre que sea posible. No deberíamos redefinir el matrimonio para excluir deliberadamente que un niño crezca con su madre, su padre o ambos».
Y añadió:
«Si la ley civil deja de definir el matrimonio como se ha entendido tradicionalmente, será una grave injusticia y se socavará precisamente ese bien común para el que existe la legislación civil. Sin duda, habrá otras formas de respetar las amistades de otras personas, incluidas las que sienten atracción por el mismo sexo, sin continuar la deconstrucción del matrimonio y la familia».