La reforma de la Conferencia de Líderes de Religiosas (LCWR) ordenada hace tres años por la Congregación para la Doctrina de la Fe ha concluido, según un boletín del 16 de abril de la Oficina de Prensa de la Santa Sede. La organización de religiosas de los Estados Unidos se ha comprometido a realizar las reformas citadas por la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF).
(NCR/InfoCatólica) Según un comunicado de prensa de la Santa Sede, la presidenta de la LCWR, la Hermana Sharon Holland, de las Siervas del Inmaculado Corazón de María, afirmó: «Nos alegramos de que haya terminado este período, que supuso un diálogo prolongado y difícil acerca de nuestras comprensiones y perspectivas sobre aspectos críticos de la vida religiosa y su práctica».
En 2009, comenzó una evaluación doctrinal de la LCWR, después de que la organización no respondiese a las advertencias del Vaticano sobre algunos de sus programas, publicaciones y posturas públicas. En 2012, el arzobispo J. Peter Sartain de Seattle fue nombrado delegado apostólico para trabajar con los miembros directivos de la LCWR para reformar la organización, que es una entidad erigida canónicamente. Contó con la ayuda del arzobispo Leonard Blair de Hartford, que realizó la evaluación en nombre de la CDF, y con del obispo Thomas Paprocki de Springfield, experto en derecho canónico y civil.
La mañana del 16 de abril, Monseñor Sartain y la directiva de la LCWR presentaron a la Congregación para la Doctrina de la Fe un informe conjunto que detallaba las reformas acordadas, destinadas a corregir y prevenir casos futuros de disenso público, y la Congregación para la Doctrina de la Fe aceptó el informe.
Las partes implicadas en la reforma fueron recibidas por el Papa Francisco después del anuncio de la declaración conjunta, pero el único comentario público sobre esa audiencia fue realizado por la LCWR y ni siquiera mencionó la reforma ordenada por la Congregación para la Doctrina de la Fe. Sin embargo, el Papa había animado a la CDF a continuar con la reforma, de modo que no cabe duda de que dio su aprobación al acuerdo antes de que se concluyese el acuerdo.
Las reformas clave
Según el informe conjunto, las reformas clave son las siguientes:
1. Los estatutos de la LCWR se han rescrito y han sido aprobados por los miembros y por el Vaticano para subrayar que la Conferencia está «centrada en Cristo y es fiel a la enseñanza de la Iglesia». Probablemente, este fue el asunto central de los tres años de diálogo, porque la CDF había señalado en 2012 «una disminución de la fundamental centralidad cristológica de la consagración religiosa, que a su vez lleva a una pérdida de la ‘eclesialidad constante y vital’ en algunas religiosas».
El informe conjunto concluye que «el compromiso de las líderes de la LCWR con su papel crucial en servicio de la misión y los miembros de la Conferencia seguirá guiando y fortaleciendo el testimonio de la LCWR sobre la gran vocación a la vida religiosa, su cimiento firme en Cristo y la comunión eclesial».
2. Puesto que las publicaciones de la LCWR necesitan un «sólido fundamento doctrinal», señala el informe, «se están tomando medidas para promover un rigor académico que garantice la precisión teológica y ayude a evitar afirmaciones ambiguas con respecto a la doctrina de la Iglesia o que pudieran considerarse contrarias a la misma».
Esta reforma refleja la preocupación de la CDF por la presencia de errores doctrinales en las publicaciones de la LCWR, como su revista trimestral Occasional Papers. En consecuencia, se creará un comité asesor para las publicaciones de la LCWR, que supervisará las publicaciones y manuscritos de la organización, los cuales deberán ser «revisados por teólogos competentes como forma de salvaguardar la integridad teológica de la Conferencia». El informe no clarificó si esos teólogos serían miembros de la LCWR o expertos externos.
3. La elección de temas y oradores para los programas y asambleas de la LCWR deberá realizarse «de manera cuidadosa y con discernimiento», señala el informe. «Cuando un tema se refiera explícitamente a cuestiones de fe, los oradores deberán emplear el lenguaje eclesial de la fe». Al explorar temas contemporáneos, en particular los relacionados con la fe y la moral, «la LCWR espera que los oradores y presentadores respeten la fe de la Iglesia y planteen cuestiones para la reflexión posterior de una forma que sugiera cómo la fe puede arrojar luz sobre esos temas».
Esta reforma se refiere a lo señalado por la CDF en 2012 sobre «afirmaciones doctrinalmente problemáticas o el rechazo formal de la enseñanza de la Iglesia que pueden encontrarse en charlas pronunciadas en congresos patrocinados por la LCWR o en sus asambleas generales». A esto se añadía «el silencio y la inacción de la LCWR frente a estos errores, a pesar de su responsabilidad de defender una visión de la vida religiosa en armonía con la de la Iglesia y de promover una base doctrinal sólida para la vida religiosa».
4.«Se ha articulado un nuevo proceso para la selección de las personas a las que se concederá el Premio al Liderazgo Excepcional».
Esta reforma es una reacción a la polémica sobre los recientes destinatarios del premio, como la Hermana Elizabeth Johnson, religiosa de San José, en 2014, a pesar de que el Comité Doctrinal de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos había emitido una declaración doctrinal criticando su libro La búsqueda del Dios vivo. También resultó polémica la entrega del premio en 2012 a la Hermana Sandra Schneiders, de las Siervas del Inmaculado Corazón de María, que había liderado la resistencia contra la visita apostólica de 2009-2011 a las religiosas norteamericanas realizada por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada del Vaticano.
Otras reformas ordenadas por la CDF (revisión de las normas y textos litúrgicos, dar un lugar preminente a la Eucaristía y a la Liturgia de las Horas en los eventos organizados por la LCWR, revisión de las vinculaciones de la LCWR con otras organizaciones y del centro de recursos para institutos religiosos, y la creación de mejores programas de formación) sólo se mencionaron brevemente en el informe conjunto. El diálogo sobre esos asuntos «tuvo su origen en lo señalado por la CDF y dio lugar a conversaciones clarificadoras y fructíferas», explicó el informe, de manera algo vaga.
Por lo tanto, aún no está claro cómo y en qué medida se pondrá en práctica la reforma, ni si habrá estructuras de supervisión del cumplimiento por parte de la LCWR.
Optimismo
El comunicado de prensa del Vaticano que acompañaba el informe contenía las reacciones animadas y optimistas del cardenal Gerhard Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, del arzobispo Sartain y de la presidenta de la LCWR, que suponen un notable cambio de tono con respecto a las nubes tormentosas que cubrieron las discusiones sobre la reforma.
En el comunicado de prensa, el cardenal Müller afirmó: «Al finalizar este proceso, la Congregación considera que la LCWR ha clarificado su misión de apoyar a los institutos que son miembros de la misma al fomentar una visión de la vida religiosa centrada en la Persona de Jesucristo y enraizada en la Tradición de la Iglesia. Esta visión es lo que hace que los religiosos y religiosas sean testigos radicales del Evangelio y, por lo tanto, resulta esencial para que florezca la vida religiosa en la Iglesia».
En la reunión del año pasado con el equipo directivo de la LCWR, el cardenal Müller había señalado algo parecido, diciendo que «la vitalidad carismática de la vida religiosa sólo puede florecer dentro de la fe eclesial de la Iglesia», pero añadió que la CDF esperaba que la LCWR transmitiese «una expresión más clara de esa visión eclesial y signos de colaboración más sustanciales».
Aquel comentario parecía reflejar el discurso del 8 de mayo de 2013 del Papa Francisco a las religiosas participantes en una asamblea general de la Unión Internacional de Superioras Generales, cuando dijo que era «una dicotomía absurda pretender vivir con Cristo sin la Iglesia».
En su declaración, Monseñor Sartain indicó que su trabajo con la LCWR «se realizó en una atmósfera de amor por la Iglesia y profundo respeto por el lugar crucial de la vida religiosa en los Estados Unidos» y había sido beneficioso para todos.
De forma similar, los comentarios de la Hermana Sharon Holland eran conciliadores, pero daban a entender que la LCWR también había instruido a los obispos: «Nos alegramos de que haya terminado este período, que supuso un diálogo prolongado y difícil acerca de nuestras comprensiones y perspectivas sobre aspectos críticos de la vida religiosa y su práctica. A través de este diálogo, que siempre tuvo lugar en un espíritu de oración y respeto mutuo, comprendimos con mayor profundidad las mutuas experiencias, posiciones, responsabilidades y esperanzas para la Iglesia y para las personas a las que sirve la Iglesia».
Papel de la Hermana Sharon
La Hermana Sharon parece haber desempeñado un papel fundamental en solucionar las dificultades del diálogo entre la LCWR y la CDF. La Hermana es experta en derecho canónico y trabajó en el Vaticano de 1988 a 2009. Sin duda, la LCWR reconoció el valor de sus contactos y su experiencia y, a pesar de estar jubilada, fue elegida como presidenta de la LCWR en 2013 y tomó posesión del cargo en agosto de 2014. En diciembre, ya estaba indicando que esperaba la finalización de la reforma doctrinal de la LCWR en los meses siguientes.
Es muy probable que la experiencia de la Hermana Sharon en el ámbito del derecho canónico ayudase a las religiosas de la LCWR a darse cuenta de que el estatus canónico de la organización era esencial para la integridad y la supervivencia de la LCWR, y las religiosas votaron finalmente a favor de aceptar las reformas necesarias contra las que se habían resistido durante casi tres años.
También es probable que las religiosas llegaran a entender que el Papa Francisco no iba a intervenir, porque nunca se les concedió la audiencia con él que habían solicitado repetidas veces durante el proceso de reforma.
Sólo el tiempo dirá en qué medida será eficaz la puesta en práctica de la reforma por parte de la LCWR, pero, por el momento, todas las partes implicadas parecen satisfechas con el resultado.
Ann Carey (National Catholic Register)