Julio Vasquez.

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domingo, 6 de septiembre de 2009

Un acordeón en Chicago


Chicago, Illinois.- El acordeón, invento alemán adherido a uno de los géneros autóctonos dominicanos (la república “come plátano” que retrata el escritor Junot Díaz en su novela Pulitzer “La breve y maravillosa vida de Oscar Wao”) se guareció durante el pasado fin de semana en los brazos de la merenguera típica La India Canela.

La artista, envuelta en bufanda para abrigarse del viento que empieza a enfriar huesos en Chicago, realizó cuatro presentaciones en distintos escenarios del Festival Música Latina ¡Viva Chicago! que ocupó durante los días 29 y 30 de agosto en la arborizada estancia de Grand Park.

“Las siete pasadas” (otrora merengue de Tatico vetado a las mujeres), Los Algodones, Cañabrava, entre otras estrofas, sonaron muy cerca del Art Institute of Chicago donde se exhiben obras del dominicano Ramón Oviedo.

Lo tradicional
Este año, la varita del festival, enfocó la música tradicional latinoamericana. Por eso, la India Canela, invitada por la Oficina del Alcalde de la Ciudad de Chicago, permitieron que por primera vez el merengue típico se escuchara y bailara en el festival donde se baten las raíces latinas. La bachata se ha dejado sentir en ediciones anteriores.

El dinamismo de Chicago seduce. La ciudad da clases de civilismo y aunque es la tercera con mayor número de habitantes detrás de New York y Los Ángeles, la gente con discapacidad puede andar sola y los ciclistas transportarse sin temor a ser arrollados. El viento de la desconsideración no habita en la Ciudad de los Vientos.

Al orientarse a las manifestaciones nativas de naciones latinoamericanas, la cartelera del festival fue tan diversa como atractiva.

Antes de la India Canela en el Salón de Baile, se presentó la banda “Juvenato” de Cartagena, Colombia.

En el camerino, antes de ceder el mando de la escena, el líder del grupo, Hernán Caraballo, le manifestó devoción a la India y le pidió que tomara su acordeón para que ensayara allí “Juanita Morel”.

El último sábado de agosto, a media tarde, aún se replicaba el estribillo “No suelte el gallo, no lo suelte, que se lo mata, que se lo mata”, en las voces de los vocalistas Juan Pablo García y Martin Abreu. Cándido Pérez, el saxofonista que sus compañeros llaman maestro, se tomó muy en serio su rol y franqueó el swing de la India Canela todo el tiempo.

Presentes
Abajo, en la pista, una piñata de gente, descifraba a pura cadera, pasitos y balanceo, el jeroglífico dominicano en la movida tipiquera.

Pocos se resistieron a bailar los merengues de aquella mujer acordeonista que protagonizó las veladas más concurridas de la cartelera.

Otras atracciones artísticas que se situaban a distintas horas en las plateas de Los Barrios, Salón de Baile y Petrillo Music Shell, fueron: Chicago Cuatro Orchestra School, Wides Special Guest Yomo Toro in Conjunction With The Puerto Rican Arts Aliance, David Oquendo’s Raices Habaneras Roots of Rumba, Juvenato Vallenato, Marcos Oliveira and swing Brasileiro, Hernan Oliveras, Diosas de cristal, Aterciopelados y Lidia With Mariachi Ranchera.

La banda la integraron Juan Pablo García, vocalista; Dionisio Espinal, conga; Dionui Núñez, bajo; Martin Abreu, vocalista; Roberto Rodríguez, tambora; Kely Coronado, guira y Cándido Pérez en el saxofón.

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