Julio Vasquez.

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miércoles, 22 de abril de 2015

Madeline Watkins: «La belleza de una vida de castidad es la respuesta a una cultura que ha normalizado las relaciones casuales»

Como parte de una serie de artículos en preparación al Encuentro Mundial de las Familias que se llevará a cabo en Filadelfia, Estados Unidos, en el mes de septiembre, la plataforma Marriage, Unique for a Reason (Matrimonio, Único por una Razón) de los Obispos de Estados Unidos publicó un elogio de la Vida Célibe, descrita como «Un Encuentro con la Belleza».
(Gaudium Press) El texto, escrito por Madeline Watkins, miembro del Secretariado de Laicado, Matrimonio, Vida Familiar y Juventud de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, afirma que «la belleza de una vida de castidad es la respuesta a una cultura que ha normalizado las relaciones casuales, el sexo antes del matrimonio y la cohabitación».
«Los jóvenes adultos han sido inundados con el mensaje de que la castidad y el celibato son anticuados, inalcanzables e incluso anormales o contrarios a la salud, pero esto simplemente no es verdad», afirmó Watkins. Esta realidad revela la necesidad de un auténtico encuentro con la belleza de esta forma de vida.
Este encuentro no pasa sin dejar efecto: «Cuando encontramos auténtica belleza, ésta toca una cuerda muy profunda en nosotros o, como diría el Papa emérito Benedicto XVI, nos 'hiere'». Watkins asegura que «el mundo está necesitando un encuentro con Cristo, el verdaderamente Bello, quien 'revela plenamente el hombre al hombre mismo y hace claro su supremo llamado'».
Watkins recordó su experiencia personal de conocimiento y amistad con personas consagradas desde la juventud, dedicadas a la oración y el apoyo mutuo, y con personas jóvenes que vivieron una vida de castidad mientras discernían su vocación: «Cansados de lo que la empobrecida cultura nos ha ofrecido, mis amigos y yo deseamos algo más en y de la vida: más profundidad, belleza, amor, alegría y libertad auténticas, y esto es lo que hemos encontrado en Cristo».
«La experiencia del encuentro es necesaria para comprender algo diferente de lo que conocemos. Mis encuentros con quienes son célibes en la familia de Dios, sean religiosos o laicos, me han motivado en mi propio camino de seguir a Cristo más plenamente, y para orar por la gracia de ser un testigo fiel a Cristo y su Iglesia a través de la vida virtuosa. El celibato es verdaderamente una bella forma de vida que demuestra que la riqueza y profundidad de una vida vivida con Cristo es lo que todos deseamos y para lo cual estamos hechos», conluyó.