Julio Vasquez.

Radio Renacer

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miércoles, 1 de julio de 2009

Un anciano queria suicidarse en el Alto Manhattan.


NUEVA YORK._ Un anciano judío de 84 años de edad que pretendía suicidarse intentando tirarse del tercer piso de un edificio de la calle 170 entre las avenidas Audubon y Saint Nicholas en el Alto Manhattan, pudo se rescatado a tiempo en un aparatoso operativo que movilizó a docenas de unidades de la policía, los bomberos y los servicios de emergencias. Bordeado por el morbo de cientos de curiosos que se dieron cita en los alrededores del edificio 555 de la referida calle, la lujuria de los medios, esperando con frenesí y el nerviosismo de negociadores de la Unidad Táctica de Rescate del Departamento de Policía, paramédicos y detectives encubiertos, el anciano, sólo identificado como “Albert”, vociferaba desde el balcón próximo a la ventana de su apartamento que se iba a matar tirándose del inmueble al pavimento.

Pero desde hacía horas, los policías ya tenían preparada la lona acolchada que se usa en estos casos para amortiguar caídas y los recursos técnicos estuvieron desparramados a granel con el uso de equipos especializados que incluyeron hasta helicópteros que por momentos sobrevolaron la zona.

Toda la cuadra entre las citadas avenidas tuvieron que ser cerradas al tránsito y a los peatones, gracias a la imprudencia y temeridad del anciano judío que según algunos de sus vecinos, es una especie de “demente” que nunca deja de molestar a sus inquilinos de otros pisos.

Ana Blanco, una dominicana que vive en el apartamento 65 explicó que el suicida, lleva alrededor de dos años viviendo en el edificio, pero que desde se mudó allí, no ha podido convivir en paz con sus vecinos. “Cuando no se la pasa haciendo muchos ruidos por las noche y las madrugadas, deja que el agua de su baño o cocina caiga hacia abajo durante horas y eso, ya se lo hemos reportado desde hace tiempo al casero”, detalló la mujer.

Expresó que “lo que deben hacer es llevarlo a un manicomio porque ese tipo está loco”.

Tras las negociaciones, el anciano accedió a que la policía lo bajara del tercer piso, lo pusieron en una camilla y, sonriente, como el que no quiere la cosa, dejó tranquilamente que lo metieran en una de las ambulancias. No se explicó de inmediato si el anciano será acusado de conducta temeraria o intento de suicidio.

En esos casos, la ciudad tiene que invertir miles de dólares en horas extras a negociadores policiales y técnicos especializados.

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