(Portaluz/InfoCatólica) Tras sus cuatro primeros años de matrimonio esperando un hijo a través de la adopción, sucedió el milagro de un embarazo doble. Así fue como, de forma inesperada, se encontraron con un niño recién nacido traído desde Honduras, Rafael, y con dos mellizas de cinco años, Mercedes y Ángeles. Tres hijos que llenaron a esta joven pareja que no le puso límites a la paternidad.
Con la premisa de que hay que aceptar a un hijo,venga como venga, optaron además por la figura del acogimiento especial. De esta forma llegaron otras dos historias de amor y generosidad a su vida: dos hermanitos de tres y dos años, Manuel y Andrés, con ascendencia nigeriana y paraguaya, y el más pequeño con una bendición bajo el brazo, el síndrome de Down.
Mercedes señala que para optar por este régimen de acogida primero hay que tener las cosas claras. Especial para mí significa muchas cosas: que sean hermanos, que sea un acogimiento internacional, que sean de otra raza, que tengan alguna enfermedad… ¡Y nosotros abarcamos todas!. Por su parte, Rafael explica los motivos que los llevaron a recibir a Manuel y Andrés. ¿Por qué no acoger a un niño que está viviendo en un centro donde le falta amor? Porque, aunque los niños estén asistidos por profesionales, no tienen a nadie que les dé cariño. Así fue como nos decidimos por el acogimiento. Para nosotros no hay ninguna diferencia entre nuestros hijos. Todos somos una familia.
Rafa –el hijo mayor– tiene un torneo de fútbol y en el colegio de Mercedes –una de las mellizas– hay un festival de fin de curso. Los demás hermanos estarán ahí para acompañarlos. Luego tocará comer en un restaurante de comida rápida y descansar por la tarde. En medio de todas estas actividades, Rafael en un momento de descanso profundiza en el sentido de su paternidad: Los hijos al final no son más que una expresión distinta del amor que tienes en el matrimonio. Cuando te casas eres uno con tu esposa, y gracias a la capacidad que tiene el ser humano de amar, el amor se materializa de otro modo en la paternidad.
Las reflexiones de Mercedes fortalecen las palabras de Rafa: Te hacen sacrificarte por algo, es una forma de amar. Si no hubiésemos tenido a los niños, hubiéramos sido personas muy superficiales. Es un esfuerzo y un sacrificio que te hace mejor persona. ¡Nos han transformado la vida!.
Mientras que los demás miran extrañados a esta familia ‘multirracial’, los niños sólo ven que son hermanos. Los niños lo ven con normalidad, a pesar de que uno de ellos es de Honduras, otros dos son negros y uno de ellos tiene síndrome de Down. Lo han incorporado como algo normal, no como algo diferente, señala Mercedes.