Feliz y agradecido, el Papa Francisco emocionó a ochenta mil miembros y amigos de Comunión y Liberación (CL) al confesarles, en la plaza de San Pedro, el bien que me ha hecho vuestro fundador, don Luigi Giussani, a través de la lectura de sus libros y artículos.
(ABC) A pesar del fuerte viento y del frio glacial, los miembros y amigos de CL llenaban el sábado toda la plaza de San Pedro y buena parte de la Vía de la Conciliación para conmemorar dos efemérides: el 60 cumpleaños del movimiento y el décimo aniversario del fallecimiento del fundador, cuya causa de beatificación comenzó en el 2012.
Respondiendo al afectuoso saludo del presidente de Comunión y Liberación, don Julián Carrón, el Papa agradeció al sacerdote extremeño la hermosa carta que ha enviado a todos para darles cita en Roma. La carta había llamado la atención por subrayar que el carisma de CL pasa a través del seguimiento al Papa y por eso vamos a Roma no para una celebración, sino sólo por el deseo de aprender del Papa Francisco.
El Santo Padre les indicó el punto clave: seguir el carisma original de don Luigi Giussani de no ver la religión como el encuentro con una idea, sino con una persona, con Jesucristo.
El Papa les sorprendió añadiendo que el lugar privilegiado de ese encuentro es la caricia de la misericordia de Jesús después de propio pecado. El Evangelio relata que Jesús vino precisamente a perdonar y por eso, según el Papa, la moral cristiana no consiste en no caer nunca sino en levantarse siempre, apretando su mano que tira de la nuestra.
Al mismo tiempo, Francisco les advirtió que el carisma no se conserva en una botella de agua destilada. La fidelidad al carisma no quiere decir ’petrificarlo’, pues es el diablo quien petrifica; no quiere decir escribirlo en un pergamino y enmarcarlo en un cuadro. Citando al compositor Gustav Mahler, el Papa añadió que la fidelidad a la tradición significa mantener vivo el fuego, no adorar las cenizas.
«Guías de museos»
Con muchísima energía, el Santo Padre les dijo que Don Giussani no os perdonaría nunca que perdieseis la libertad y os convirtieseis en guías de museo o adoradores de cenizas. Mantened vivo el fuego del primer encuentro… ¡y sed libres!.En un toque de atención, que puede ser útil a otros movimientos e instituciones, el Papa les invitó a rechazar la autorreferencialidaden todas sus formas, sabiendo escuchar a quien no es como nosotros, aprendiendo de todos con humildad sincera.
Esto es muy importante para no caer en la espiritualidad de la etiqueta: ‘Yo soy de CL’, y en las mil trampas de la complacencia autorreferencial de mirarse al espejo, que nos transforma en meros empresarios de una ONG.
El Papa les recordó una frase que dijo hace tres semanas a los nuevos cardenales: El camino de la Iglesia consiste en no condenareternamente a nadie. Consiste en difundir la misericordia de Dios a todas las personas que la piden con corazón sincero.
El obispo de Roma les despidió citando una carta de don Luigi Giussani a Juan Pablo II en el 2004: la genialidad del movimiento es la vuelta a los aspectos elementales del cristianismo. A la pasión por el hecho cristiano en su elemento origina, y basta. Para el Papa, ese es el fuego. El exceso de reglamentos y la petrificación son la ceniza.
En una semana, el Papa ha recibido a los obispos amigos de los Focolares, a las familias Neocatecumenales enviadas en misión y a los miembros y amigos de CL. Demuestra así su amistad con losmovimientos, a los que invita siempre a la espontaneidad y libertad.
La Fraternidad de Comunión y Liberación reúne a 65.000 personas,y está presente en 93 países. Con los hombres y mujeres que participan en sus actividades de espiritualidad, ayuda a los demás y oración, el movimiento de laicos supera ampliamente las cien mil personas. A ese núcleo se suman los amigos en los cinco continentes. Una parte de esa familia celebró el sábado con el Papa el sesenta aniversario del movimiento.