«Ofrecemos esta misa por nuestros 21 hermanos coptos, degollados por el único motivo de ser cristianos». Fueron las palabras del Papa Francisco al comienzo de la misa matutina en la casa de Santa Marta. «Oremos por ellos - prosiguió el Pontífice - que el Señor como mártires los acoja, por sus familias, por mi hermano Tawadros, que sufre tanto». «Sé para mí, defensa, oh Dios, roca y fortaleza que me salva, porque Tú eres mi baluarte y mi refugio; guíame por amor de tu nombre», fue la oración de Francisco.
(RV) Todos nosotros somos capaces de hacer el bien, pero también destruir cuanto Dios ha hecho. Lo dijo el Papa Francisco en la Misa matutina en Casa Santa Marta. El Papa, deteniéndose en la primera lectura que narra el diluvio universal, observó que el hombre es incluso capaz de destruir la fraternidad y de aquí nacen las guerras y divisiones. Por tanto, condenó a los «empresarios de la muerte» que venden armas a los países en conflicto para que la guerra pueda continuar.
«El hombre es capaz de destruir todo lo que Dios ha hecho»
El Papa Francisco desarrolló su homilía moviendo del pasaje dramático del Génesis que muestra la ira de Dios por la maldad del hombre y que precede al diluvio universal. El hombre, constató con amargura, «parece ser más poderoso que Dios», es capaz de destruir las cosas buenas que Él ha hecho».En los primeros capítulos de la Biblia, prosiguió, encontramos muchos ejemplos - de Sodoma y Gomorra, a la Torre de Babel- «en que el hombre muestra su maldad». Un mal que anida en lo íntimo del corazón.
«‘Pero padre, ¡no sea tan negativo!' dirá alguno. Pero es la verdad. Somos capaces de destruir también la fraternidad: Caín y Abel en las primeras páginas de la Biblia. Destruir la fraternidad. Es el inicio de las guerras. Los celos, las envidias, tanta avidez de poder, de tener más poder. Sí, esto parece negativo, pero es realista. Tomad un periódico, cualquiera - de izquierda, de centro, de derecha... cualquiera. Y veréis quemás del 90% de las noticias son noticias de destrucción. Más del 90%. Y esto lo vemos todos los días».
«¿Pero qué sucede en el corazón del hombre?», se preguntó Francisco. Jesús, dijo, nos recuerda que «del corazón del hombre salen todas las maldades». Nuestro «corazón débil», prosiguió, «está herido».
Hay siempre, añadió, una «voluntad de autonomía»: «Yo hago lo que quiero, y si quiero esto, lo hago. Y si para esto quiero hacer una guerra, ¡la hago!»