Nos embarcamos en Tróade y navegamos rumbo a la isla de Samotracia; al día siguiente salimos para Neápolis.
De allí pasamos a Filipos, una de las principales ciudades del distrito de Macedonia, con derechos de colonia romana. Nos detuvimos allí algunos días,
y el sábado salimos a las afueras de la ciudad, a orillas del río, donde era de suponer que los judíos se reunían para orar. Nos sentamos y empezamos a hablar con las mujeres que habían acudido.
Una de ellas se llamaba Lidia, y era de las que temen a Dios. Era vendedora de púrpura y natural de la ciudad de Tiatira. Mientras nos escuchaba, el Señor le abrió el corazón para que aceptase las palabras de Pablo.
Recibió el bautismo junto con los de su familia, y luego nos suplicó: "Si ustedes piensan que mi fe en el Señor es sincera, vengan y quédense en mi casa." Y nos obligó a aceptar.
lunes, 28 de abril de 2008
PABLO PASA A EUROPA
9:17 a. m.
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