Julio Vasquez.

Radio Renacer

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miércoles, 17 de marzo de 2010

PARQUE NACIONAL ANIANA VARGAS.


Cotuí, Sánchez Ramírez.- El paisaje y las aguas del lago artificial más grande del país, ríos, aves endémicas y migratorias, caminos cobijados de hojas, sabanas de yerba verde y oscuras guácaras repletas de murciélagos y arte rupestre esperan al viajero que encontrará mucho que hacer en los 118.6 kilómetros cuadrados del recién creado Parque Nacional Aniana Vargas.

La instauración de la zona en área protegida fue durante décadas un sueño para los habitantes de la provincia Sánchez Ramírez, que pedían a las autoridades ayudarlos a preservar un área que, en su conjunto, está considerada como el gran templo del arte taíno de la isla.

Más allá de la superficie terrestre
El decreto 571-09 que creó el Parque Nacional Aniana Vargas en octubre de 2009 lo ubica al pie de la Sierra de Yamasá y los linderos meridionales de la gran llanura del Valle del Cibao Oriental. “Sin duda se ha creado uno de los más interesantes parques nacionales del Caribe, donde ya se han documentado 21 cuevas y abrigos que contienen nada menos que 435 petroglifos y 711 pinturas prehispánicas.

Igualmente engloba todo el embalse de Hatillo, los bosques de sus riberas y toda la cobertura forestal de los montes de Sierra Prieta, Comedero, Hernando Alonzo y Caballero”, escribió el arqueólogo y especialista en arte rupestre Adolfo López Belando en su trabajo “Arte rupestre en el Parque Nacional Aniana Vargas”. Los estudios de Belando en la provincia y los esfuerzos de la Sociedad Ecológica de Fantino (SEF) contribuyeron a que la zona fuera finalmente convertida en área protegida.