Realmente impresionante y conmovedor el artículo sobre el Capitán Rufino Solano. Hay que considerar la situación que vivían las personas cautivas, especialmente las mujeres, a las cuales se les hacía vivir un infierno en vida: sometidas cruelmente a un sufrimiento moral y físico, condenadas a una angustia sin límites ni esperanzas, la pérdida absoluta del contacto con todos sus seres queridos, el renovado martirio, etc. Ellos son solo algunos rasgos del cautiverio, que podemos llegar a imaginar. Respecto si es un tema de la de la actualidad o el pasado, rescato las palabras vertidas por una mujer cautiva que expresan lo siguiente: “Estoy cansada de sufrir, de llevarlo por dentro todos los días, de decirme mentiras a mí misma y de ver que cada día es igual al infierno del anterior…”; "Estoy cansada de sufrir y eso hace que la muerte sea una opción dulce”; las palabras transcriptas han sido extraídas de una carta enviada por la Sra. Ingrid Betancourt a su esposo el 28 de febrero de 2008, ella es víctima de cautiverio por parte de las FARC en la selva colombiana, estado en que se encuentra desde hace más de seis años. La significación y alcance de hechos de esta naturaleza provocan la conmoción y preocupación mundial. Más allá del tiempo, no cabe ninguna duda que el sufrimiento, el desconsuelo y la desdicha padecidas por las víctimas de cautiverio deben ser absolutamente similares en todas las épocas, tanto en la actualidad como en el pasado. Es por ello que considero que la obra del capitán Rufino Solano, salvador de cientos de cautivas en la Argentina, debe ser reconocida y recordada en su justa dimensión. A esa conclusión llega mi razonamiento.
domingo, 13 de abril de 2008
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