Ellas se fueron al instante del sepulcro, con temor, pero con una alegría inmensa a la vez, y corrieron a llevar la noticia a los discípulos.
En eso Jesús les salió al encuentro en el camino y les dijo: "Paz a ustedes." Las mujeres se acercaron, se abrazaron a sus pies y lo adoraron.
Jesús les dijo: "No tengan miedo. Vayan ahora y digan a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allí me verán."
Mientras las mujeres iban, unos guardias corrieron a la ciudad y contaron a los jefes de los sacerdotes todo lo que había pasado.
Estos se reunieron con las autoridades judías y acordaron dar a los soldados una buena cantidad de dinero
para que dijeran: "Los discípulos de Jesús vinieron de noche y, como estábamos dormidos, robaron el cuerpo.
Si esto llega a oídos de Pilato, nosotros lo arreglaremos para que no tengan problemas." Los soldados recibieron el dinero e hicieron como les habían dicho.
De ahí salió la mentira que ha corrido entre los judíos hasta el día de hoy.
lunes, 24 de marzo de 2008
Evangelio para hoy
8:38 a. m.
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