Un hombre agobiado por las deudas y presiones económicas, decide acabar con su desdichada vida lanzándose por la borda del yate de su compadre y con una gran piedra atada al cuello:
-¡Chao mi compái, lo voy a extrañar! Le dijo, entre sollozos y mientras se lanzaba al mar.
Aún el compadre no se recuperaba de su dolor cuando repentinamente una mano que salía del agua le pedía desesperadamente ayuda:
-¡Sáqueme rápido, compái!, ¡Sáqueme rápido!
-¡Qué bueno que se arrepintió mi compái!, decía mientras terminaba de subir a su compadre y la piedrota.
-¡Qué bueno ni que ocho cuartos!, gritó. - ¡Lo que pasa es que allá abajo hay un buzo que le debo 200 dólares!
miércoles, 5 de marzo de 2008
A REIR.
9:26 a. m.
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