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viernes, 29 de agosto de 2014

El poder de la fe lo tiene la iglesia

La fe es sin duda un concepto abstracto de compleja definición, es un término propio de las religiones que se refiere al acto de creer ciegamente en algo, ya sea en una deidad o en un conjunto de asuntos, propios de la religión. La creencia propia de la fe hace del asunto creído algo tan fuerte que adopta el carácter de verdadero aun sin ser comprobado. La fe es una actitud, que incluye tanto voluntad como intelecto, de la totalidad de la persona que se dirige a algo divino.
Para las religiones en general, sea cual sea su naturaleza, la fe se comporta como algo fundamental, es más, sin la fe de los fieles, las creencias dejarían de serlo, desvaneciéndose y permitiendo que las religiones se desmoronen. Lo básico de todas las religiones es que hay cuestiones que solo se creen, asuntos que los creyentes aceptan solo porque su religión lo afirma, adoptándose como una creencia tan verdadera, como aquellos asuntos comprobables a través de la historia o la ciencia.
No obstante, en los asuntos religiosos o de cualquier otra índole, el humano necesita utilizar sus facultades para ser lo que es y necesita su intelecto. Su naturaleza es buscar, no contentarnos con lo que nos digan, necesitamos pensar, analizar y meditar.
El pensamiento no puede ser limitado a ningún propósito, pues como decía Miguel de Unamuno: “A menor pensamiento, pensamiento mas tiránico y absorbente”. El pensamiento debe ser autónomo, no admitiendo ninguna verdad que él mismo no se fabrique, alejándose de la opinión recibida.
Desgraciadamente muy pocas personas reflexionan sobre la vida; la mayoría vive de forma mecánica sin meditar nunca y adaptándose a los objetivos, religiosos o no, de su entorno, sin un interés profundo por la búsqueda de la verdad.
La Iglesia no permite a sus feligreses tener ninguna verdad real ni conocimiento profundo, porque eso les daría demasiado poder; conocedora de la mente humana, sabe que estas personas realmente disfrutan escuchando sonoras y místicas historias, realizando rituales, orando, y emprendiendo batallas contra lo que ellos perciben ser el diablo. También gustan el ser dominados y gobernados con puño de hierro por un gobernante supremo o Dios, en vez de tomar la sartén por el mango, y así el control y responsabilidad de su vida.
¿Cómo se puede  rendir culto a un ser (Dios) que por su esencia misma nunca está presente para el conocimiento, es distante e incomparable con todo ser mundano, a quien no se puede entender ni tampoco mantener comunicación apropiada?
Ningún dios ha pedido, alguna vez, a nadie que le rinda culto, por lo que el deseo del hombre de rendir culto a un dios no es más que una necesidad basada en el ego, para sentirse útil frente a ese dios. Lamentablemente, la religión se enfoca principalmente en la negatividad respecto a los humanos, y les enseña a sus fieles a enviar toda la energía positiva a Dios. El problema es que esa energía positiva se necesita desesperadamente aquí en la tierra, porque aquí es donde están todos los problemas que necesitan ser resueltos. Nosotros debemos enviarnos vibras positivas unos a otros para sanarnos, para terminar con las guerras y adoptar la armonía, no a los bien dotados dioses que no tienen esa necesidad, ni ninguna otra.
Las religiones están basadas en tres cosas: miedo, distorsión de la información y obediencia.
La Biblia está llena de contradicciones que revelan cuantos autores con distintos conceptos han participado en su redacción. Si todo esto se declara como “palabra de Dios” se obtiene una imagen caótica y esquizofrénica de Dios. Por eso la iglesia los manipula acomodándolos a su conveniencia; se ha comprobado que muchos textos del cristianismo originario no fueron incluidos en la Biblia, o fueron adulterados o fueron destruidos por la Iglesia.
La Biblia es “el libro confeccionado a la medida de las iglesias”. Según el teólogo Moris Hoblaj quitándole toda responsabilidad a Dios en su elaboración.
Se enseña que no necesitamos más conocimiento que lo que Dios (es decir los líderes religiosos) decide que debemos tener y también se nos enseña a no cuestionar extensamente, sino simplemente creer o ser castigados.
Los fieles, según las religiones, no tienen virtualmente ningún poder excepto orar y rendir culto.
¿Por qué Dios, entonces, nos dio inteligencia, libre albedrío, individualidad y voluntad, para luego repudiarnos en cuanto intentásemos usar esos dones?
¿Crearía unos seres disfuncionales solo con el propósito de que le rindamos culto?
La información lleva al conocimiento, y el conocimiento es luz, pero hay muy poca luz donde la información es suprimida o distorsionada.
La obediencia sin conocimiento es esclavitud.
Se nos enseña a practicar el auto rechazo y que nuestra voluntad es totalmente irrelevante. Los fieles creen que están otorgando su voluntad a Dios, un dios preparado con mentiras, por las elites religiosas,  cuando, de hecho, están entregando su voluntad y libertades a la iglesia y sus representantes, incrementando su poderío apoyados en la fe de sus feligreses.
TOMMY MEJÍA POU