Lic. Jordi Veras.
Con todos los problemas que están afectando a los dominicanos y dominicanas, tanto de forma individual como colectiva; es posible que a muchas cosas que están sucediendo a nuestro alrededor no se les ponga la debida atención. Así como ha sido primordial mantener la lucha y exigencia sobre el 4% que ha tenido el apoyo de la gran mayoría del pueblo dominicano y se le ha dado el seguimiento debido. Asimismo, resulta ser el tema de la elección de los jueces y magistrados para los Tribunales de la Suprema Corte de Justicia y del Tribunal Constitucional, principalmente.
Es tan sólo, aquellos y aquellas, que de una forma o de otra, definirán el curso de nuestro sistema judicial y los criterios jurídicos y jurisprudenciales, en los próximos, al menos, diez años de nuestra vida como nación y Estado.
Ojalá y se tome en consideración lo que la ley establece, de que se elegirán las dos terceras partes de las jueces de la carrera judicial. Eso está por verse. Ojalá no existan sorpresas, de personas que no se le conocen, siquiera historial ni temperamento para ser jueces.
En enero del año 1997, o sea, hace catorce años, escribimos un artículo con el título “Conversando Con Un Juez”. En el mismo tratamos algo sobre el tema que hoy nos ocupa e indicamos, lo siguiente: ”Soy de los que cree que ahora que se discute tanto sobre el Consejo Nacional de la Magistratura es cuando deben establecerse mejores condiciones para los jueces, mejores salarios, mejores condiciones para trabajar, es decir, buscar la manera de que esos magistrados que ejercen como manda la ley, sientan que todo su trabajo tiene una especial motivación”.
“No debemos permitir que el oficio de juez siga siendo tan relajado y burlado por aquellos que se benefician de esta situación; vamos a darle el carácter y el lugar que merece todo magistrado”. “Hay hombres y mujeres que no sólo por su investidura merecen respeto, sino por su comportamiento ante los demás”. “Ojalá que toda la espera para decidir sobre el Consejo Nacional de la Magistratura sirva para mejorar no sólo las condiciones de los magistrados del país, sino para crear una justicia independiente, organizada y lejos de los intereses políticos”.
Ese artículo citado, fue escrito antes de ser elegida la actual Suprema Corte de Justicia en ese mismo año, 1997. Ahora bien, fijaos lo que escribimos el 31 de Agosto del 1997, con un artículo titulado “Nueva Esperanza”. En el mismo expresamos lo siguiente: “Es hora de que la justicia dominicana dejé de ser la rastrera y cómplice servicial de la corrupción, que puedan depurarse y limpiarse todos sus estamentos, hacer cumplir el orden y el derecho, y castigar aquellos corruptos que pretenden seguir envenenando todo cuanto tocan”. “Los dominicanos debemos tener la fe y la esperanza de que la Nueva Suprema Corte de Justicia realizará el trabajo esperado durante tantos años. En un futuro y dependiendo de su labor, podrá establecerse lo siguiente: “antes y después de la Nueva Suprema Corte de Justicia”, ustedes deciden Honorables Magistrados”.
Como pueden ver, esto fue escrito también hace catorce años, ya cuando había sido elegida la actual Suprema. Ya el primer gobierno del PLD estaba en su primer año en el poder. Sin embargo, el Dr. Balaguer poseía poder, aún estando fuera del mismo.
La Suprema Corte que fue elegido, fue la mejor que pudo haberse escogido, dentro de esa coyuntura política que fue elegida, no todo lo que deseaba y necesitaba el pueblo dominicano, pero sí, dentro de ese contexto político, lo que mejor se pudo obtener. Y si se valora a grandes rasgos la labor de la actual Suprema Corte de Justicia, debemos ser conscientes y de decir que fue bueno y realizaron la labor en su gran medida, para el que fueron nombrados.
Este tema, el de la elección de los jueces, tal como indicamos, debe ser primordial para los dominicanos y dominicanas. Exigiendo que se pueda respetar el organigrama de la carrera judicial y que la mayoría de los jueces que sean elegidos y nombrados, estén adornados de: la capacidad, el liderazgo, la honradez, moralidad, responsabilidad y la valentía. Y que no prime el carácter polítiquero.