El papa Francisco ha asegurado que prefiere «una familia herida, que intenta todos los días conjugar el amor, a una familia y sociedad enferma por el encierro y la comodidad del miedo a amar», «una familia que una y otra vez intenta volver a empezar a una familia y sociedad narcisista y obsesionada por el lujo y el confort», «una familia con rostro cansado por la entrega a rostros maquillados que no han sabido de ternura y compasión».
(Zenit) El Papa ha visitado Tuxtla Gutiérrez para mantener un encuentro con las familias de México. En esta fiesta protagonizada por la alegría, los cantos y la música; tanto niños, como jóvenes, adultos y ancianos han acogido al Pontífice con gran entusiasmo. Además, ha aprovechado la ocasión para invitar a los matrimonios a que renueven sus promesas matrimoniales y a los novios a pedir la gracia de una familia fiel y llena de amor.
El Santo Padre ha escuchado el testimonio de Humberto y Lucy, él soltero y ella divorciada, se casaron por lo civil hace 16 años. Hace 3 años que el Señor les habló y se acercaron a la Iglesia. Saben que no pueden acceder a la eucaristía, pero que pueden «comulgar a través del hermano necesitado, del hermano enfermo, del hermano privado de su libertad».
También escuchó a Beatriz, madre soltera. Una infancia marcada por la pobreza, la violencia y el abandono de su padre, lo que le hizo no sentirse querida y tener relaciones en la adolescencia, quedando embarazada en varias ocasiones experimentando la tristeza, el rechazo social y la soledad más profunda. Después se encontró con el amor de Dios a través de su Iglesia. La tentación del aborto siempre se presentó como una alternativa que parecía la solución a los problemas, pero con la ayuda de Dios, pudo salir victoriosa de esas batallas.
Y a Manuel, que es un adolescente discapacitado. Antes caminaba, corría, jugaba como todo niño, pero a los 5 años le diasgnosticaron distrofia muscular. Pero sabe que Dios le ha bendecido con esta capacidad especial. En Él confía y si es su voluntad le dará su salud física. Manuel sale en su silla de ruedas a evangelizar y lo hace con mucha alegría para invitar a muchos adolescentes que no conocen el amor de Dios.
Y finalmente compartió su testimonio una familia de la diócesis de Tapachula. Gracias al testimonio de los padres de el esposo, han aprendido el valor de la oración, la escucha y la lectura de la palabra de Dios. Han aprendido a reconocer el gran valor de la participación en los sacramentos.
Echarle ganas
Estos testimonios de vida han servido de inspiración para el discurso del Santo Padre. Haciendo referencia a Manuel, el Papa ha asegurado que le ha gustado una expresión que utilizó «echarle ganas». Así, ha indicado que esto es lo que «el Espíritu Santo siempre quiere hacer en medio nuestro: echarnos ganas, regalarnos motivos para seguir apostando, soñando y construyendo una vida que tenga sabor a hogar, a familia». Y eso es lo que el Padre Dios siempre ha soñado y por lo que desde tiempos lejanos ha peleado. Cuando parecía todo perdido esa tarde en el jardín del Edén, cuando el Pueblo de Israel sentía que no daba más en el camino por el desierto, cuando llegó la plenitud de los tiempos, «el Padre Dios le echó ganas».
El Santo Padre ha reconocido que todos hemos hecho experiencia de eso, cuando el Padre Dios le ha echado ganas a nuestra vida. De este modo, ha explicado que Dios lo hace «porque no sabe hacer otra cosa», porque su nombre es «amor, donación, entrega, misericordia».
Sobre el testimonio de Beatriz, el Santo Padre ha subrayado que «la precariedad, la escasez, el no tener muchas veces lo mínimo nos puede desesperar, nos puede hacer sentir una angustia fuerte ya que no sabemos cómo hacer para salir adelante y más cuando tenemos hijos a cargo».Y así ha advertido que la precariedad no solo amenaza el estómago sino que puede amenazar el alma, desmotivar, sacar fuerza y tentar con caminos o alternativas de aparente solución, pero que al final no solucionan nada. También ha hablado de la precariedad que nace de la soledad y el aislamiento, reconociendo que «el aislamiento siempre es un mal consejero».
Asimismo, el papa Francisco ha explicado a las familias que «la forma de combatir esta precariedad y aislamiento, que nos deja vulnerables a tantas aparentes soluciones, se tiene que dar a distintos niveles». Una es «por medio de legislaciones que protejan y garanticen los mínimos necesarios para que cada hogar y para que cada persona pueda desarrollarse por medio del estudio y un trabajo digno». Y por otro lado, buscar «la manera de transmitir el amor de Dios que habían experimentado en el servicio y en la entrega a los demás».