- Como veterano maratonista que ha participado en 21 competencias, este Obispo en Estados Unidos explica el profundo vínculo que existe entre su fe católica y el deporte, y asegura que esta conexión puede incluso servir para evangelizar a los jóvenes.
“Si queremos que aspiren a una vida de santidad, tenemos que darle a los jóvenes buenos ejemplos de eso”, dijo a ACI Prensa el Obispo de Springfield en Illinois (Estados Unidos), Mons. Thomas Paprocki.
“Alguien tiene que ser un modelo a seguir no solo en términos de sus logros atléticos, sino también sus logros espirituales”, dijo.
“Y si tienes ambos, entonces eso es lo mejor de los dos mundos porque el joven va a mirar a ese atleta exitoso y decir ‘wow, esta persona es exitosa en su deporte. Y es también un creyente. Y si esa persona es un creyente, bien entonces quizás yo también puedo ser un creyente’”.
Mons. Paprocki es un atleta consumado a sus 63 años. Juega hockey recreacional, y ha completado 21 maratones en 21 años, consiguiendo 29 mil dólares en donaciones para caridad en sus dos últimas maratones.Su libro “Santas Metas para el Cuerpo y Alma” (“Holy Goals for Body and Soul”) aborda cómo Dios puede ser encontrado a través de la condición física y los deportes.
En octubre de este año, el prelado completó la Maratón de Springfield, y señaló que “probablemente correrá otra” para conseguir dinero para caridad con el grupo de corredores pro-vida “Life Runners”, en la Maratón de Filadelfia 2016.
Las maratones son realmente agotadoras, admitió, pero “dentro de un corto tiempo, nosotros (los corredores) tenemos ese escozor de volver ahí”. “Y lo describo como una adicción saludable”, señaló.
¿Qué es lo que mantiene a un maratonista a través del entrenamiento, particularmente a alguien que ha completado 21 maratones?
“Requiere llegar muy dentro de ti, tus recursos internos, para hacer eso”, dijo Mons. Paprocki, pues “todo está en desarrollar tu espiritualidad y confiar en Dios para que te ayude a usar los dones que Él te ha dado”.
Los deportes tienen un gran potencial para formar la cultura, explicó, y pueden ser tanto una herramienta poderosa para evangelizar, pero también una fuente de escándalo.
“Si queremos hablar a los jóvenes sobre Dios y la fe y la religión, si comenzamos diciendo ‘quiero tener una conversación contigo sobre Dios y la fe y la religión’, probablemente se van a desanimar o no van a estar interesados”, dijo.
En cambio, si la conversación comienza con un interés común como el hockey, correr o el baseball, continuó, “en el curso de esa conversación los introduces a algunos de estos temas relacionados con la espiritualidad y la fe, luego ellos comienzan a ver la conexión”.
Sin embargo, la actual cultura de los deportes no está libre de críticas, señaló, indicando a los escándalos de dopaje como una obvia deficiencia.
Mons. Paprocki advirtió que “hay también algunos problemas con lo que yo llamaría casi una idolatría con los deportes, o con ganar”.
El Prelado también criticó que esta idolatría se puede manifestar en ocasiones en que “adoramos a nuestros equipos deportivos al punto que preferiríamos ir a un juego de fútbol que ir a la Iglesia el domingo”.
Hay “tanto entusiasmo” en los eventos deportivos, indicó, que “pienso a veces que me gustaría ver ese entusiasmo por el Evangelio”.