Darnos la vida y enviarnos a su hijo Jesús a convivir con nosotros teniendo la encomienda de traernos el mensaje de liberación a sabiendas de la manera ingrata e infame con que lo llevariamos a la cruz, siendo esta la mayor prueba de amor que hayamos podido recibir. Dios y su hijo se han mantenidos firmes amándonos, protegiendonos y defendiendonos.
Siempre están al pendiente nuestro no les importa cuán distante nos encontremos, su amor siempre nos alcanza y nos deja la posibilidad de utilizar el Sacramento de la reconciliación y de esa manera aplicarnos borrón y cuentas nuevas; cumpliendo asi con las promesas hechas al Rey David de que siempre repudiaria nuestros pecados y mal comportamiento pero que a nosotros nos va amar siempre como sus hijos queridos.
Somos muy afortunados de que Dios nos mire con los ojos del amor y la bondad y que nunca nos señales con el dedo de un Dios despiadado.
