Adentrarse en sus laberintos es conocer la vida bajo la tierra, un arte distinto que despierta todos los sentidos en quizás la única casa y especie de museo subterráneo de Centroamérica, que se ubica al sur de Costa Rica y es habitada por un “hombre topo”.
Su creador, Manuel Barrantes, de 62 años, inició este arduo trabajo hace 10 años, y con tan solo pico y pala construyó lo que hoy es una pequeña “mina de oro”, donde recibe a turistas y hasta enseña a niños sobre arqueología y geografía. Esta casa, ubicada en Pérez Zeledón, en la zona sur del país centroamericano, es conocida popularmente como “Topolandia”, un nombre que le pusieron las personas cercanas que veían diariamente a Barrantes sacando grandes cantidades de tierra.
Él fue bautizado por los vecinos como “el hombre topo” y hasta el “cavernícola”. El calor y el frío parecen detenerse como si fuera por magia, sin embargo, todo tiene su ciencia. Según su constructor, este mundo subterráneo sirve de protección para el calentamiento global, lluvias ácidas, bombas y hasta temblores. Son al menos 400 metros cuadrados de túneles, aunque todavía le falta más por construir. Sus paredes y pasillos están adornados con gran variedad de esculturas talladas a mano, entre ellas tortugas, dinosaurios y personajes de la televisión como los Picapiedra y el Chapulín Colorado.
La mayor profundidad bajo tierra que alcanza es de 16 metros, con un espacio único y acogedor donde pequeños y grandes pueden hacer un recorrido y disfrutar de sus dimensiones. “Este es un recorrido brillante, como ir viendo una película de emoción. Es la única en Costa Rica y Centroamérica. No hay cavernas como ésta, solo en México o Sudamérica”, dijo a Efe Barrantes, un hombre con gran carisma y dedicación.
Cuenta con habitaciones hechas con camas de piedra, 12 puertas, nueve ventanas que permiten la entrada del aire, sala de conferencias, pozos con aguas cristalinas mineralizadas, baño y ducha, y está iluminada con energía eléctrica. Se puede vivir en ella perfectamente, de hecho Barrantes duerme ahí muchas veces y hasta tiene un teléfono fijo. Pero también cuenta con una casa en la superficie que comparte con su esposa e hijas. “Yo un día simplemente me vine a pasear a Pérez Zeledón y pensé que podía hacer mi ‘cabañita’ dentro de la tierra.
Desde que empecé lo hice como un refugio para mí, una de mis hijas hasta me gritaba que estaba loco, que me iba a quedar enterrado”, dijo Barrantes. Para el conocido “hombre topo”, en distintos países europeos y sudamericanos es común este tipo de hogares donde las personas viven dentro de cuevas o cavernas para protegerse del sol o del frío.
De ahí nació su idea. Recorrió un total de 18 países como “mochilero”, entre ellos Brasil, Venezuela y España, donde trabajó como minero, aprendió las técnicas necesarias para excavar, y posteriormente las puso en práctica en su país, Costa Rica. “Esta es mi vida, es mi obra. Esta es una cueva de aluvión, un museo ecológico natural. Excavaré hasta que no pueda más, quizás llegue a la China”, dijo entre risas Barrantes.
Durante los 10 años que lleva excavando no ha encontrado oro ni diamantes, pero el placer de continuar ampliando su sueño es suficiente para que cada día que se despierta le retoque algo más a su “cueva”. “Esto es casi una mansión. Es una estructura que no va a colapsar porque está perfectamente pensado para que se sostenga solo y no lleva nada de cemento”, aseveró Barrantes. Este “hombre topo” pasa sus horas puliendo más detalles para su cueva, a la que él llama hogar. “Topolandia” forma parte de su estilo, es su vida, que además tiene abierta a los turistas que deseen disfrutar de ese pedacito de su creación. EFE