(AFP/EP/InfoCatólica) «El padre Van der Lugt fue asesinado esta mañana el Homs», ha confirmado el P. Federico Lombardi, sj, portavoz del Vaticano. «Según el testimonio de sus cofrades, fue llevado por hombres armados que lo golpearon y mataron de dos balazos en la cabeza», explicó
Al estallar la guerra civil en Siria, el P. Van der Lugt, de 75 años, optó por permanecer en el casco antiguo de Homs asediado y bombardeado por las fuerzas del presidente sirio Bashar al Asad.
«Así murió un hombre de paz que, con una gran valentía, en una situación extremadamente riesgosa y difícil, quiso seguir siendo fiel al pueblo sirio al que había dado desde hacía mucho tiempo su vida y su asistencia espiritual. Donde el pueblo muere, mueren también con él los fieles pastores», aseguró el P. Lombardi.
«Soy el único sacerdote y el único extranjero que queda. Pero no me siento como un extranjero, sino como un árabe entre los árabes», había afirmado sonriente.
«Tenemos muy poca comida. La gente en la calle tiene el rostro cansado y amarillo [...] Hay hambruna pero la gente también tiene sed de una vida normal. El ser humano no es sólo estómago, también tiene corazón, y la gente necesita ver a sus familiares», explicaba Van der Lugt en el diálogo con la AFP.
Al estallar la guerra civil en Siria, el P. Van der Lugt, de 75 años, optó por permanecer en el casco antiguo de Homs asediado y bombardeado por las fuerzas del presidente sirio Bashar al Asad.
«Así murió un hombre de paz que, con una gran valentía, en una situación extremadamente riesgosa y difícil, quiso seguir siendo fiel al pueblo sirio al que había dado desde hacía mucho tiempo su vida y su asistencia espiritual. Donde el pueblo muere, mueren también con él los fieles pastores», aseguró el P. Lombardi.
En Siria desde 1966
Van der Lugt vivía en Siria desde 1966. «El pueblo sirio me ha dado mucho, mucha amabilidad, mucha inspiración y todo lo que poseo. Ahora que sufre debo compartir su pena y sus dificultades», había explicado a la AFP en febrero pasado a través de internet.«Soy el único sacerdote y el único extranjero que queda. Pero no me siento como un extranjero, sino como un árabe entre los árabes», había afirmado sonriente.
«Tenemos muy poca comida. La gente en la calle tiene el rostro cansado y amarillo [...] Hay hambruna pero la gente también tiene sed de una vida normal. El ser humano no es sólo estómago, también tiene corazón, y la gente necesita ver a sus familiares», explicaba Van der Lugt en el diálogo con la AFP.