Amarante, al pronunciar la segunda palabra del Sermón, titulada “En verdad te digo: Desde hoy estará conmigo en el Paraíso”, dijo que los políticos solo se recuerdan de los campesinos cuando necesitan su voto y que se olvidan de ellos cuando están en su reino.
“En el caso del campesino y el político, este último no solamente no se acuerda del campesino cuando está en su reino, o más bien en su cargo, sino que tampoco le concede una cita cuando está en su despacho”, dijo el párroco.
En ese sentido, entiende que a los líderes les hace falta conversión, “la conversión de unos líderes que viven de una doble moral, que se aprovechan de las necesidades de los pobres para alcanzar sus fines. Momento preciso para pedir que Jesús, desde la agonía de la cruz, nos anime a cambiar, y a constituirnos en agentes de cambio, para que también podamos con él desde ahora estar en el paraíso”.
Dijo que también esta conversión se hace necesaria en los medios de comunicación, que lejos de estar al servicio de su pueblo y dar información auténtica y veraz se han convertido en objetos que se venden al mayor postor y bailan al ritmo que le toque a quien les paga y del puro sensacionalismo, sin importarle la ética y la búsqueda de la verdad.
En cuanto al sector Salud, manifestó que de manera particular algunos profesionales de la medicina, han hecho de esa profesión un medio para lucrarse, sin importarle la salud y el bienestar del paciente, dando más importancia al tener que al ser.
Por su parte, en la Sexta Palabra: todo se ha consumado, el párroco Candelario Mejía, de la Pastoral de Villa Mella, dijo que los legisladores en su mayoría al término de su mandato no tienen por qué dar un golpe.
“Ha bebido la copa que le han ofrecido gobernantes, jueces y ministros encargados de velar por el bien común del mundo entero, ya que Jesús tiene como finalidad el mundo. Parece que los cargos públicos cierran los ojos y los oídos para no ver las necesidades de los más pobres”, indicó.
Dijo que hoy en día los policías y otros empleados del sector público ganan salarios de miseria. “Cómo se entiende que una alcandía pague tres mil pesos mensuales, y así duran hasta tres meses para recibir su salario”, se preguntó