(Vatican Insider/InfoCatólica) Asia Bibi, esperando su suerte, recibió ayer la noticia de la anulación de la audiencia, prevista para el 14 de abril, de la apelación: el procedimiento fue reenviado «sine die» y sin motivaciones creíbles. Solamente porque los jueces de la Suprema Corte de Lahore, atemorizados ante posibles represalias de los fundamentalistas islámicos, hasta ahora se han negado a llevar a cabo sus responsabilidades en el caso: decidir sobre Asia Bibi (sobre todo sobre una eventual absolución) es una cuestión demasiado espinosa. Mejor negarse. Los abogados defensores, por su parte, confirmaron que harán todo lo necesario para que el caso sea calendarizado como todos los demás.
Vatican Insider se puso en contacto con ella a través de su abogado y de algunas personas cercanas. Asia Bibi expresó toda su preocupación por la que considera «una ulterior discriminación». «Hoy, para mí, no hay lugar en el tribunal, no hay ocasión o lugar para que yo pueda demostrar mi inocencia. Rezo y espero que un juez reciba la luz de Dios y tenga la valentía para ver la verdad», dijo entre lágrimas. Asia vive hoy su viernes santo sumergida en la oración: «Me veo en la cruz de Cristo, en la certeza de que muchos hermanos y hermanas en todo el mundo me están cerca y están rezando por mí».
Pero, a pesar de la trágica situación y el sufrimiento que la aflige desde hace casi cinco años, la esperanza vive todavía en su corazón: «Cuando Cristo resurja, el día de Pascua, Él decidirá una nueva vía de justicia para mí, me llevará consigo a un reino en donde no hay injusticia ni discriminación. Cristo prometió que resurgiré con Él». Esta será la Pascua de Asia Bibi, que vive estos días en la soledad de una de las celdas de la cárcel femenina de Multán, aferrada a la lectura de la Biblia.
Vatican Insider se puso en contacto con ella a través de su abogado y de algunas personas cercanas. Asia Bibi expresó toda su preocupación por la que considera «una ulterior discriminación». «Hoy, para mí, no hay lugar en el tribunal, no hay ocasión o lugar para que yo pueda demostrar mi inocencia. Rezo y espero que un juez reciba la luz de Dios y tenga la valentía para ver la verdad», dijo entre lágrimas. Asia vive hoy su viernes santo sumergida en la oración: «Me veo en la cruz de Cristo, en la certeza de que muchos hermanos y hermanas en todo el mundo me están cerca y están rezando por mí».
Pero, a pesar de la trágica situación y el sufrimiento que la aflige desde hace casi cinco años, la esperanza vive todavía en su corazón: «Cuando Cristo resurja, el día de Pascua, Él decidirá una nueva vía de justicia para mí, me llevará consigo a un reino en donde no hay injusticia ni discriminación. Cristo prometió que resurgiré con Él». Esta será la Pascua de Asia Bibi, que vive estos días en la soledad de una de las celdas de la cárcel femenina de Multán, aferrada a la lectura de la Biblia.