“Nos quedamos sin hijos”, es lo que escucho decir a mis amigos cada vez con mayor frecuencia. “Tengo a mi hija en Canadá, la otra en Miami y la menor en España”, cuentan con cierto dejo de amargura y nostalgia.
Ahora tienen que repartirse en los vuelos para poder visitarlas si es que consiguen cupo en los aviones antes de seis mesesPor un lado viajan mucho pero a un costo altísimo y con un presupuesto cada vez más exiguo por las sucesivas devaluaciones de la moneda. Y en el fondo lo que más lamentan es que se ha roto la familia y no saben cuándo volverá a estar unida.
El fenómeno de la emigración de venezolanos empezó con Hugo Chávez. En los últimos 15 años se han producido varias oleadas migratorias cada vez que el entonces presidente se le ocurría hablar de revolución y de radicalizar su proyecto del Socialismo siglo XXI. Entre 800.000 y un millón de nacionales han emigrado.
Con el sucesor Nicolás Maduro y sus medidas económicas ha empeorado el éxodo. Ya es un tsunami migratorio. La gente está espantada con su plan de intervenir los comercios y obligar a rebajar los precios, es decir, cubanizar el país. Y no quiere esperar que terminen destruyendo lo que antes del chavismo fue el destino predilecto de todos.
Ahora es al revés, los destinos más buscados por los venezolanos son EEUU, España, Canadá, Colombia y Panamá. La delegación consular española es la que mayor movimiento tiene. N o ha parado de atender una media de entre 700 y 1.000 personas diarias que tramitan sus documentos para obtener la nacionalidad.
Si antes la ley de inscripción de los hijos de españoles había facilitado la regularización de los inmigrantes españoles, doblando en una década el número de la colonia de 100.000 a 230.000 inscritos en el consulado en Caracas, hoy los hijos de los hijos, es decir, los nietos también se registran para tener su pasaporte español.
El consulado de España en Caracas emite 30.000 pasaportes al año. Es el primero en el mundo en movimiento y volumen de trabajo. Le siguen Buenos Aires y La Habana.
La segunda generación, de 50 años, está mucho más preocupada por su futuro, que no lo ve muy claro con Maduro. Por ello prefieren estar preparados con los documentos listos para viajar a España si la situación de Venezuela empeora.
Pero antes de hacer las valijas, recomendamos la lectura de dos libros que han estudiado el fenómeno migratorio y pueden aclarar muchas dudas. El primero “Pasaje de ida”, Silda Cordoliani (compiladora) de Editorial Alfa y el otro libro es Inteligencia migratoria, ¿Me quedo o me voy? escrito por Harry Czechowicz, Sonia Peña, Alfredo Zuloaga y Oscar Hernández.
El primer texto recoge a 15 escritores venezolanos, poetas, ensayistas, narradores y críticos, que en distintas épocas y por distintas razones han dejado al país y a quienes Silda les solicitó una reflexión sobre la tierra que dejaron. Piensan a partir de su quehacer literario. Impresionante percibir un hilo conductor que recoge todos estos textos y es el dolor que significa para los autores el desprendimiento de Venezuela.
El segundo libro de Ediciones B y del Centro de Capacitación Migratoria se va a convertir en una herramienta fundamental a nivel global para cubrir un vacío poco tomado en cuenta y estudiado como lo es el efecto emocional que el fenómeno acarrea y el cual se denomina el Trastorno Afectivo Migratorio. Sin duda el carácter multidisciplinario e integral de los autores contribuye a una evaluación amplia del fenómeno que ayude a las personas a evaluar si efectivamente deben, tiene o quieren emigrar.
Ludmila Vinogradoff