Esto se hizo partiendo de principios y valores compartidos, tomando como base la defensa de la democracia, la protección de los derechos humanos, y la defensa del Estado de Derecho logrando un enfoque común cuya finalidad es conseguir la paz social. La convergencia en torno a estos principios es uno de los mayores logros de la declaración, y fue el punto de partida que permitió a los Estados miembro coincidir en una visión compartida para reformular el concepto de seguridad y su alcance.
De este modo, se amplió el enfoque tradicional de la seguridad ciudadana centrado principalmente en el Estado, hacia un modelo superador que pone al ser humano en el centro de una nueva visión llamada “seguridad multidimensional”.
Este concepto integrador, permite mejorar el abordaje de la problemática de la inseguridad en las grandes ciudades; y a la vez adecuarlo a las nuevas amenazas que suponen la corrupción, el terrorismo y la delincuencia trasnacional como: el tráfico ilícito de drogas, la trata de personas, la venta ilegal de armas, el lavado de activos, y sus relaciones entre sí.
Asimismo, el enfoque multidimensional de la seguridad pretende hacerse cargo de la pobreza extrema y la exclusión social de amplios sectores de la población en los países de la región,ya que considera fundamental la relación existente entre seguridad y desarrollo, toda vez que es importante tener en
Por otra parte, la declaración también se hace cargo de uno de los principales desafíos pendientes en la mayoría de los países de la región dado que la puesta en marcha de los planes y acciones de políticas públicas en materia de seguridad no puede hacerse de cualquier forma, sino que debe darse en un marco democrático de respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas. Así, en la práctica resulta fundamental la subordinación a la Constitución Nacional y al Estado de Derecho de todas las instituciones públicas que integran los sistemas de seguridad, de sus máximas autoridades políticas y funcionarios, y en especial de todas las fuerzas de seguridad.
La declaración americana pone el énfasis en la persona, poniéndola como centro de las políticas públicas de seguridad, ya que la considera su fundamento y razón de ser. Esto también refuerza la importancia del respeto a la dignidad de la persona, sus derechos y libertades fundamentales; y en consecuencia, agrega dentro de sus objetivos promover el desarrollo humano, la justicia social, la educación para la paz y la lucha contra la pobreza.
Ahora bien, para poder implementar de manera adecuada este nuevo concepto más amplio de seguridad multidimensional, es necesario comprender que la solución a los problemas de inseguridad no se alcanzará solamente “produciendo más seguridad”; es decir con más policía, más equipamiento, más derecho penal con leyes más duras, procesos penales con menos garantías, y en definitiva más aparato estatal represivo. Esto sólo nos conducirá a Estados policíacos con gobiernos autoritarios.
Por el contrario, para abordar la lucha contra el delito y la violencia de manera efectiva es preciso una respuesta
Para esto es importante la cooperación entre los distintos países; y útil identificar y compartir aquellas mejores prácticas y experiencias que han sido exitosas combatiendo al delito y la violencia respetando los principios, valores y lineamientos postulados por los Estados miembro de la OEA en la Declaración sobre Seguridad en las Américas.
Es importante que cada país identifique sus propios problemas y prioridades, definiendo sus estrategias, planes y acciones para hacer frente a la inseguridad. Para hacerlo, la declaración destaca la importancia de la información en el diseño y evaluación de las políticas públicas de seguridad; como también su accesibilidad mediante publicidad y transparencia de estadísticas oficiales y datos criminales, promoviendo la participación ciudadana en la definición de los problemas y la búsqueda de sus soluciones. A diez años, casi todos estos temas son asignaturas pendientes en nuestro país.
Por: Martín Casares