Reconociéndome gran pecador, amado, perdonado y llamado por Ti, deseo
que el resto de mi existir sólo tenga gozo y paz en tu existir.
Que desde ese existir mío-Tuyo, vaya destilando, en paz y ternura, tu Encarnación en mi caminar.
Sólo así colaboraré, en pobreza, castidad, obediencia y humildad, a que en Ti se plenifique la creación, y Tú llegues a ser “todo en todos”.
Soy consciente de que toda esa creación debe recapitularse solamente en Ti, que esa conciencia toque mi corazón, para que todo mi ser sea recapitulado-unificado sólo contigo, por Ti y en Ti.
Y así tus deseos sea mis deseos y la voluntad de tu Padre sea mi voluntad.
Voluntad que sea motor que mueva mi-Tu querer, amor e interés.
Voluntad discernida en el diario vivir, vivir dialogado entre tus deseos, los acontecimientos y mi persona.
Diálogo suscitado desde el amor creador del Padre, la Encarnación del Hijo y la vida provocada por el Espíritu. Sólo así podré acoger y entregar tanta vida, desde la gratuidad y la paz tuyas.
Y sólo desde aquí podré trabajar y crear, crear y trabajar contigo, sabiendo, desde el corazón, que en Ti vivo, me muevo y existo.
Me alegro, humilde y agradecidamente, en la llamada.
Llamada a la vida, a la fe, a la vida consagrada. Gracias.
Estas tres dimensiones me constituyen como persona, con todo lo de realidad y de misterio que encierra.
Con todo lo de libertad que implica. Es que el Amor que me creó es libre, y desde ese Amor-Libertad voy sintiendo: que el acto más libre de esa libertad es la donación de mí mismo. Gracias por los últimos votos.
Libertad, que constituye mi persona, donde confluyen Tu vida y Tu amor.
Vida y Amor Trinitarios, comunicados a través de Cristo y su Iglesia.
Libertad que me impulsa a vivir: recibiendo y dando de tus dones y gracias.
Dones y gracias que hacen ser mi corazón. Y deseo que mi corazón sólo viva, se apasione y se entregue desde ese recibir-dar..., transformado desde los Ejercicios Espirituales del Padre Maestro Ignacio, y configurado desde las Constituciones de la Mínima Compañía de Jesús.
Corazón que me hace sentir la vocación a la que he sido llamado, vocación a estar contigo y entregarte el corazón-vida, entregándolo a los demás.
Esa vocación es la que me impulsa, en apasionado deseo, a que todo mi ser, haber y poseer reposen sólo en Ti, Señor, con tus pobres y bienaventurados.
Deseo que toda palabra, todo gesto, todo acto,...proceda y desemboque desde y en esa vocación.
Que no huya, ni tampoco me apropie egoístamente, de lo que me constituye como persona, reconociendo los dones recibidos y mis limitaciones; sólo que ponga toda mi confianza-esperanza en que Tú eres el dueño, y la cuidarás según tus designios.
Que ese yo se despoje de todo aquello que no es Tú, y ese despojo me conduzca al silencio Contigo, silencio continuo que abarque todo mi existir, y que desde ese silencio pueda ver, oler, gustar, escuchar, sentir, palpar, conocer y desear, Tu existir en mi existir, para poder dar existencia Tuya a cada persona que encuentre en el camino.
Que ese silencio me libre de mis miedos, y me despoje de lo que no son tus deseos, para que en este mundo, pueda liberar de tantos miedos y despojar de tantos deseos que no son tuyos.
Despojo que me configure Contigo despojado, y me conduzca a vivir desde y con los despojados de este mundo (Mt. 5; 25,34).
Despojo que sea gracia-vida para el existir de otras personas, y que me conduzca al vaciamiento total de mí mismo, para que Tú me vistas con el vestido de Dios: la humildad.
Que esa humildad yo la ame como el propio ser, ser del cual te vestiste en Tu Encarnación, Vida y Cruz;
Encarnación, Vida y Cruz que te llevaron a la Pascua, Pascua que deseo ardientemente llegar, haciendo mías por Tu Gracia-Misericordia,
tu Encarnación, Vida y Cruz.
Que Tu Humildad se encarne en mi existencia como Magis, y que en esa existencia, con tu amor y gracia, proclame, tanto en las noches oscuras como en los días claros, desde el Cuerpo Universal de la Mínima y Amada Compañía de Jesús, a la que he tomado como Madre, sirviendo a la Santa y Madre Iglesia, junto a la Madre y Señora nuestra:
que mi vida sin la tuya no tiene razón de ser ni de estar. AMÉN.-