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martes, 9 de abril de 2013
Antes del vuelo, uno de los pilotos pidió a su madre orar junto
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Blenda Astacio, la madre del fallecido aeronauta Eduardo Sánchez Astacio, relató que alrededor de las 12:45 minutos del domingo, su hijo la llamó para informarle que en poco tiempo iniciaría el que se convirtió en su último vuelo, para pedirle que oraran juntos antes de la partida.
“Todo se puede en el Cristo que me fortalece y todo estará en perfecto orden. Así oramos y nos encomendamos a Dios”, relató la señora sobre la última vez que conversó con su hijo. Refirió que en medio de ese diálogo, su vástago le informó que el avión que volaría era de los Tucano y no la nave de las tipo Pillán T-35 en la que se accidentó.
“A último minuto no sé qué puede haber pasado, no puedo dar un juicio, no sé por qué cambiaron, porque él nunca me dijo que era en otro tipo de avión que iba”, afirmó. Explicó que por ese motivo cuando llegó al lugar del espectáculo para disfrutar de las maniobras aéreas de su hijo, y se enteró de que un avión Pillán se había accidentado, descartó que su vástago fuese la víctima. Sin embargo, el director de Operaciones Cívico-Militar de la Fuerza Aérea, coronel paracaidista Rubén Tiburcio Veloz, afirmó a elCaribe que desde el principio se había programado que el vuelo se haría en un avión Pillán. Dijo que el piloto estaba acostumbrado a volar en ese tipo de aeronaves y que este mismo año había participado en un maniobras aéreas para distintos actos patrios.
Familiares y vecinos resaltan cualidades de Eduardo
Las fotos de recuerdo escolar, su vida militar y de niñez, son el único adorno que tienen las paredes de la humilde vivienda donde creció el malogrado piloto de la Fuerza Aérea, en el sector de Cristo Rey, en la capital, pero más que adorno, la colección fotográfica es una muestra de que el joven de 27 años era el orgullo de la familia.
Entre los más bellos detalles que Blenda recuerda del segundo de sus cuatro vástagos, fue el regalo de un mantel que bordó con sus propias manos para ella, además de cuatro servilletas.
La madre recuerda que su hijo aprendió manualidades en el Politécnico Cardenal Sancha, donde se graduó con honores del bachillerato. El malogrado piloto también fue monaguillo durante cuatro años en la Iglesia de Cristo Rey, donde lo recuerdan como un joven respetuoso.
El párroco de la iglesia, el sacerdote Roberto Cárdenas, dijo que el aeronauta cuando tenía domingos libres siempre asistía a misa en esa parroquia y que su presencia lo llenaba de orgullo. Refirió que cuando Eduardo iba a ingresar a la academia militar le pidió una carta de recomendación. Las autoridades del Politécnico Cardenal Sancha afirmaron que después de ser militar, Eduardo siempre visitaba el plantel y que lo recuerdan como un gran alumno que llena de orgullo el centro de estudios.
Carlos Manuel, un militar sin rigidez
“A pesar de su formación militar, Carlos era como un niño, inocente y sin malicia… era demasiado bueno, sencillo y humilde, casi nunca andaba con el arma, él la dejaba ahí arriba en su cuarto, era muy inteligente”. Así describe Héctor Iván Guerrero a su hermano Carlos Manuel Guerrero, el segundo teniente de 25 años que falleció en el trágico accidente aéreo el pasado domingo. l
Carrera militar de pilotos fallecidos
El primer teniente piloto Rafael Eduardo Sánchez Astacio ingresó a la Academia militar de la Base Aérea de San Isidro el 29 de octubre del 2004, como aspirante a cadete, y se graduó con el rango de segundo teniente piloto. En tanto, el segundo teniente piloto Carlos Manuel Guerrero Guerrero ingresó el primero de noviembre del 2005 como aspirante a cadete y se graduó en el 2009. Las autoridades de la Fuerza Aérea informaron que ambos eran pilotos experimentados y que habían volado aeronaves de las tipo Pillán en los actos conmemorativos del bicentenario de Duarte. Mientras, en la Base Aérea de San Isidro, sus compañeros de armas no podían ocultar el dolor que les causó la muerte de los jóvenes aeronautas. Las banderas ondeaban a media asta porque las Fuerzas Armadas declararon duelo durante tres días.
Carlos tocaba la guitarra y el piano
Héctor Iván cuenta que su hermano era amante de la música y que por eso aprendió a tocar varios instrumentos. “Tocaba guitarra, viola y un poco el piano, hablaba inglés perfectamente y tenía aspiraciones de estudiar fuera y… se nos fue”, cuenta entre sollozos. Mientras conversaba con reporteros de elCaribe frente a la casa, en el interior de la vivienda, ubicada en Alma Rosa II, en Santo Domingo Este, se escuchaban los rezos por el alma de su hermano. “Yo lo que te puedo decir es que Carlos era como un niño”, repetía. Era el único miembro de esa familia que no se había casado y vivía en casa de sus padres.