Trabajo en equipo: Culturalmente, al momento de ejercer la crianza y disciplina de los hijos la balanza tiende a inclinarse a uno de los lados: papá o mamá. En ocasiones, uno de los padres asume el rol de disciplinar al niño, quedando a veces como el ¨villano¨ de la película. Sin embargo, para que el ejercicio de la disciplina sea efectivo es vital que los padres trabajen en equipo. Es decir, los mismos deberán ponerse de acuerdo en cuanto a las reglas que deberán seguir los hijos y las consecuencias de no hacerlo. Así mismo, ambos deberán velar por el cumplimiento de las mismas y corregir a los hijos por si mismos de ser necesario. En el caso de que los padres no estén juntos como pareja, igual es de importancia que los mismos estén de acuerdo sobre cómo van a criar a sus hijos, puesto que su rol de padres va por encima de cualquier diferencia o conflicto conyugal en el pasado.
Reglas claras: Para cumplir una regla debemos primero de conocerla. No debemos dejar a la imaginación o al sentido común de nuestros hijos el cumplir las reglas que consideramos importantes, mas debemos de planteárselas con claridad y formuladas en positivo. Es decir, que en vez de ¨no corras dentro de la casa¨ es más favorable decir ¨camina despacio dentro de la casa¨. De esta forma, modelamos un lenguaje menos restrictivo y más puntal a nuestros hijos. Estos saben exactamente lo que esperamos de ellos.
Corrección a tiempo: Cuando un niño o niña se comporta de forma inadecuada, es importante corregirlos en el momento en que el comportamiento tuvo lugar. Sino, el niño puede olvidar con facilidad lo ocurrido y no comprender el por qué se le corrige posteriormente. Asimismo, al corregirles debemos de bajarnos a su nivel, de forma tal que nuestra mirada esté al mismo nivel de la suya. De esta forma, creamos un clima de cercanía y confianza con el niño, donde éste puede manejar su nivel de ansiedad y puede mostrarse más receptivo a la corrección.
Consecuencias, no castigos: Toda acción tiene una consecuencia, y es importante que nuestros chicos aprendan este principio desde temprana edad. La diferencia entre castigo y consecuencia es que el castigo se refiere a una sanción que se impone a otro debido a un comportamiento en particular., mas la consecuencia hace referencia a un hecho o acontecimiento que se da como resultado de otro. Es decir, el castigo va dirigido a la persona como tal, mientras que las consecuencias se derivan de la acción en sí misma, por lo cual son menos amenazantes para el niño.
Premiar los avances: No debemos caer en la trampa de solo prestar atención a los errores y faltas de los niños. Sino más bien, debemos de premiar con entusiasmo sus avances y logros, por más pequeños que nos parezcan. Crecer es un proceso de ensayo-error, donde los niños están probando constantemente nuevas formas de ser y de comportarse. Por eso, es vital que estos cuenten con nosotros para saber qué seguir haciendo (a través de halagos y premios) y qué dejar de hacer (corrección y consecuencias saludables y apropiadas a la edad).
Celebrar a sus hijos: La crianza es un trabajo arduo que demanda tiempo y empeño por parte de los padres y/o tutores. Pero esto no es lo único. Criar también es celebrar la dicha de tener una familia y disfrutar juntos cada etapa de la vida. Por lo tanto, es importante dedicar tiempo de calidad no sólo a la educación y disciplina de nuestros niños, sino también a momentos y espacios de recreación familiar. Compartir juntos y participar de actividades familiares son ocasiones especiales donde no sólo nos divertimos con nuestros seres queridos, sino que en ellos nuestros lazos afectivos se fortalecen y disfrutamos al máximo el uno del otro.
Lic. Daisy Núñez
Centro Vida y Familia Ana Simó