El presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), monseñor René Sándigo dijo este lunes a periodistas que el fallo emitido el pasado 19 de noviembre por la CIJ, en el cual se delimitó la frontera entre ambos países en el mar Caribe, debe ser acatado en toda su dimensión.
La CIJ en La Haya, Holanda, reconoció la soberanía de Colombia en siete cayos de la isla San Andrés en el reclamo presentado por Nicaragua en 2001 sobre esos territorios, sin embargo concedió una ampliación del área marítima en el Caribe a favor de la nación centroamericana.
(Xinhua/InfoCatólica) La CIJ en La Haya, Holanda, reconoció la soberanía de Colombia en siete cayos de la isla San Andrés en el reclamo presentado por Nicaragua en 2001 sobre esos territorios, sin embargo concedió una ampliación del área marítima en el Caribe a favor de la nación centroamericana.El prelado señaló que el diálogo colombo-nicaragüense debe centrarse en la aplicación del veredicto, pero no para negociar sobre las delimitaciones de la frontera marítima entre ambas naciones.
Mons. Sándigo consideró que sentarse a negociar sobre las delimitaciones marítimas puede abrir de nuevo un conflicto entre ambos países en el mar Caribe.
«Si Nicaragua y Colombia entran a negociar sobre las delimitaciones marítimas en un diálogo entrarían en contradicciones y se colocarían por encima de la sentencia de la CIJ y eso volvería a abrir la disputa», subrayó.
Lo más positivo, indicó el obispo, es que el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega ha expresado la intención de su gobierno de proteger los intereses de los pescadores de la isla de San Andrés, que siempre han faenado en la zona otorgada por la CIJ a Nicaragua.
«Pienso que no está mal que en la mesa de diálogo se hable de la propuesta que hizo el presidente Ortega, en el sentido que los isleños de San Andrés, puedan seguir explotando las riquezas marinas, como siempre lo han hecho», dijo el prelado.
La propuesta del presidente Ortega ha encontrado amplio respaldo entre diversos sectores del país, que consideran justo que los pescadores de San Andrés no sufran las consecuencias del fallo y compartan las riquezas de la zona con los nicaragüenses.