por Andrés Beltramo
Del Vatican Insider (ITA)
Colombia acaba de cometer un error diplomático con El Vaticano. Justo cuando, en el Palacio Apostólico de Roma, se considera seriamente una posible visita del Papa a ese país sudamericano durante el 2013. Días atrás el presidente Juan Manuel Santos salió a informar el cambio de su embajador ante la Santa Sede. En un gesto sorpresivo anunció el nombre del nuevo representante de su país ante el Estado pontificio, pero lo hizo sin contar aún con el beneplácito apostólico. Un detalle que le puede causar más de un dolor de cabeza.
El sábado 19 de mayo y durante una gira por la localidad de Caldas (región de Antioquía) Santos comunicó que el próximo embajador colombiano ante la Sede Apostólica será Germán Cardona, quien se desempeñaba como ministro de Transporte de su gobierno. Y ahí mismo estableció que la misión principal del nuevo legado será lograr un viaje papal a esa nación sudamericana.
Sólo que todavía no contaba con el “plácet” del Vaticano, cómo se le conoce en el argot diplomático al “visto bueno” que otorgan los Estados a los futuros embajadores extranjeros. Y esto resulta un problema. Porque adelantarse a informar públicamente sobre el nombramiento de un representante sin contar con la autorización de la contraparte además de ser una descortesía, puede ser visto como un intento por imponer a una determinada persona.
La Santa Sede es conocida por su apego al protocolo, especialmente en el ámbito internacional. Quien frecuenta la Curia Romana sabe que a la diplomacia papal no le caen bien las faltas de seriedad. No ve con buenos ojos los cambios imprevistos de embajadores y pocas veces tolera imposiciones externas. Existen muchos ejemplos en la historia reciente, como el caso de Alberto Iribarne, ex ministro de Justicia de Argentina que en 2008 no recibió el “plácet” vaticano pese a la molestia de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Colombia sufrió una situación similar cuando, a finales de 2002, propuso a Enrique Vargas Lleras como su embajador ante la Santa Sede y debió retirar la candidatura tras obtener un “no plácet”. Es verdad que, en los dos casos mencionados, fueron las situaciones matrimoniales “irregulares” de los implicados, según las enseñanzas de la Iglesia, las que orillaron a no recibir la aprobación necesaria.
Pero no se deben minimizar las formalidades. Anticipar un relevo de embajador resulta siempre inconveniente, si no se cuenta con las seguridades del caso. Por otro lado en El Vaticano tampoco ven con agrado que los diplomáticos permanezcan poco tiempo en sus cargos, lo consideran como una señal de poca confiabilidad.
En el caso colombiano el actual legado, César Mauricio Velásquez, presentó sus cartas credenciales ante el Papa Benedicto XVI apenas el 18 de octubre de 2010, menos de dos años atrás. Él fue enviado a Roma por el mismo presidente -Juan Manuel Santos- que ahora decidió su cambio.
Mientras tanto el alcalde de la localidad colombiana de Medellín, Aníbal Gaviria, aseguró la semana pasada que fue suya la iniciativa de invitar al obispo de Roma a su ciudad. Una idea que –dijo- él mismo expuso al presidente Santos. Pero sus dichos contrastan con las gestiones que, desde hace meses, lleva a cabo Velásquez en la capital italiana.
El pasado 9 de mayo el embajador saludó a Benedicto XVI al finalizar la audiencia general en la Plaza de San Pedro y le refrendó la invitación a que visite su país. El Papa le respondió: “es un deseo que espero cumplir y que acompaño en este momento con mis oraciones a los colombianos que más sufren”.
Más allá de los deseos del pontífice, lo cierto es que la Secretaría de Estado del Vaticano se ha informado –en las últimas semanas- sobre la geografía y otras características de Colombia, incluyendo las posibles ciudades que podrían acoger una visita apostólica. Se barajaron localidades costeras como Cartagena, Leticia, Barranquilla o Medellín, que se encuentra a mil 600 metros sobre el nivel del mar. Se trata de una altura incluso menor a la ciudad de León en México, visitada por el líder católico en marzo pasado.
La propuesta es que Benedicto XVI cumpla una breve parada en territorio colombiano antes de dirigirse a Río de Janeiro, en Brasil, para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) prevista del 23 al 28 de julio de 2013. Aunque todavía se maneja como una eventualidad, aún. Por lo pronto el nuevo embajador de Colombia ante la Santa Sede no llegaría a Roma hasta dentro de tres meses, tal vez más. Siempre que cuente con el definitivo “plácet”.