Josefina Almánzar.
La Constitución dominicana vigente en su artículo 216, incisos 1,2 y 3 consagra y reconoce la existencia de los partidos políticos, de su función social y soporte al sistema democrático. Igualmente el artículo 2 nos dice: La soberanía reside exclusivamente en el pueblo, de quien emanan todos los poderes, los cuales ejerce por medio de sus representantes o en forma directa, en los términos que establece esta Constitución y las leyes.
En este artículo 2 están consagrados dos principios constitucionales: el de la representación y el de la legitimación democrática.
De esto se desprende que, los partidos políticos tienen una base constitucional siendo el sostenimiento del Estado democrático. De igual forma se le reconoce una función de intermediación entre gobernados y gobernantes otorgada por la representación que el pueblo le otorga a los poderes constituidos, donde manifiesta su soberanía y voluntad popular a través del sufragio.
La función de velar por representar, garantizar y proteger los intereses de los gobernados se reconoce como una de las funciones esenciales de un partido político. Para nuestra desgracia, si vemos la práctica de los partidos políticos en nuestra cotidianidad nos damos cuenta de que del dicho al hecho hay un gran trecho.
La praxis nos dice que lo último que toman en cuenta los partidos políticos es salvaguardar el interés general de la ciudadanía. Al contrario se dedican a proteger y defender sus intereses particulares en detrimento temerario y descarado del pueblo.
Es alarmante, angustioso y decepcionante ver quienes nos gobiernan y nos han gobernando, qué clase de políticos nos gastamos en toda esta pantalla democrática. Cómo viven y se benefician de nuestro sudor y sacrificio.
Los mensajes que les envían a la ciudadanía son promotores y fomentadores de delincuencia, impunidad y corrupción.
Deberíamos vernos en el espejo de lo que está sucediendo en muchos países latinoamericanos, producto del descrédito y desconfianza que los partidos políticos tradicionales han sembrado en sus poblaciones.
Tengo la percepción de que en la República Dominicana nos estamos quedando muy atrás en lo que tiene que ver con las exigencias que debemos hacerles a nuestros dirigentes. Nos estamos quedando rezagados en nuestro conformismo, indiferencia y consumismo.
Mientras tanto, los partidos políticos siguen jugando a la democracia, utilizando al pueblo en los procesos electorales y llenando sus bolsillos de las negociaciones que entre ellos hacen y de los beneficios que nosotros mismos le otorgamos.
Ahora en este proceso electoral sería saludable que hagamos reflexiones sinceras con lo que nos están ofreciendo los candidatos y sus partidos. Sus propuestas reales. Es el momento de exigirles, no de conformarnos o de abstenernos en nuestro accionar de participación política
La situación crítica, el accionar deplorable de nuestros partidos políticos será siendo una lamentable realidad hasta que nosotros lo permitamos. Dependerá de nosotros el revelarnos o seguir en esta sumisión cobarde. En la burbuja de cristal en la que hemos elegido estar.
La autora es Abogada y Docente Universitaria.