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lunes, 19 de diciembre de 2011
Un ángel anuncia el nacimiento de Juan Bautista.
Siendo Herodes rey de Judea, vivía allí un sacerdote llamado Zacarías. Pertenecía al grupo sacerdotal de Abías, y su esposa, llamada Isabel, era también descendiente de una familia de sacerdotes.
Ambos eran personas muy cumplidoras a los ojos de Dios y se esmeraban en practicar todos los mandamientos y leyes del Señor.
No tenían hijos, pues Isabel no podía tener familia, y los dos eran ya de edad avanzada.
Mientras Zacarías y los otros sacerdotes de su grupo estaban oficiando ante el Señor,
le tocó a él en suerte, según las costumbres de los sacerdotes, entrar en el Santuario del Señor para ofrecer el incienso.
Cuando llegó la hora del incienso, toda la gente estaba orando afuera, en los patios.
En esto se le apareció un ángel del Señor, de pie, al lado derecho del altar del incienso.
Zacarías se turbó al verlo y el temor se apoderó de él.
Pero el ángel le dijo: "No temas, Zacarías, porque tu oración ha sido escuchada. Tu esposa Isabel te dará un hijo y le pondrás por nombre Juan.
Será para ti un gozo muy grande, y muchos más se alegrarán con su nacimiento,
porque este hijo tuyo será un gran servidor del Señor. No beberá vino ni licor, y estará lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre.
Por medio de él muchos hijos de Israel volverán al Señor, su Dios.
El mismo abrirá el camino al Señor con el espíritu y el poder del profeta Elías, reconciliará a padres e hijos y llevará a los rebeldes a la sabiduría de los buenos. De este modo preparará al Señor un pueblo bien dispuesto."
Zacarías dijo al ángel: "¿Quién me lo puede asegurar? Yo ya soy viejo y mi esposa también."
El ángel contestó: "Yo soy Gabriel, el que tiene entrada al consejo de Dios, y he sido enviado para hablar contigo y comunicarte esta buena noticia.
Mis palabras se cumplirán a su debido tiempo, pero tú, por no haber creído, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que todo esto ocurra."
El pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaban de que se demorase tanto en el Santuario.
Cuando finalmente salió, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido alguna visión en el Santuario. Intentaba comunicarse por señas, pues permanecía mudo.
Al terminar el tiempo de su servicio, Zacarías regresó a su casa,
y poco después su esposa Isabel quedó embarazada. Durante cinco meses permaneció retirada, pensando:
"¡Qué no ha hecho por mí el Señor! Es ahora cuando quiso liberarme de mi vergüenza."